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Admito que cuando leí el libro de Stephen King “Mientras escribo”, me sorprendí de que citara entre las novelas que más le impactaron “Las uvas de la ira” de John Steinbeck.
Yo no conocía a Steinbeck, nunca había sentido hablar de él ni de su libro, y entonces empezó mi búsqueda, un tanto desesperada, de “Las uvas de la ira”…
Con cierta ira buscaba yo Las uvas de la ira y no las encontraba. Encontré sí algunos otros libros del autor pero no me parecieron tan geniales: Tortilla Flat un libro casi humorístico, me resultó bueno pero no genial.
Pasaron un par de años hasta que por fin pude leer “Las uvas de la ira“.
Lo primero que seduce en sus cuatro carillas iniciales es un lenguaje claro y una descripción meticulosa del lugar donde va a transcurrir la primera parte del libro.
El bueno de Stephen King da siempre un consejo que también han dado muchos escritores: Para escribir tienes que ver con los ojos de la mente, si logras verlo tú, seguramente lo verá el lector.
“Las uvas de la ira” es un claro ejemplo de esta metodología llevada hasta términos insospechados.
La perfección asoma su hoja afilada en cada página.
Si quieres ser escritor y lees este libro llegarás a la conclusión de que tan sólo podrás ser un aprendiz de escritor.
Porque nunca, a menos que seas un genio de nacimiento, podrás tener tanta riqueza en el lenguaje, tanta pausa acertada, tanto punto y tanta coma perfectamente puestos, tanta excelencia en las palabras, y lo que es la característica más sobresaliente de esta novela: tanto saber de qué estás escribiendo cuando hablas de algo.
Así las cosas, podemos decir que este libro hace estragos en el ego de cualquier escritor.
Las uvas de la ira real
El origen de “Las uvas de la ira” se rastrea en unos reportajes que hizo John Steinbeck para un diario.
Entrevistaba a personas que tuvieron que emigrar de sus tierras hacia el oeste luego de varios años de malas cosechas y de ser embargadas sus tierras.
El novelista norteamericano además había viajado a lo largo y ancho de su país, de manera que sabía muy bien de qué hablaba.
La historia es real y está relatada en forma tan ajustada que logra lo que nunca Bertold Brech hubiera querido: Hacer que nos identifiquemos tanto con los personajes principales de la novela que nos cueste avanzar en su lectura.
Viendo cómo el sufrimiento y el desmembramiento de esa familia troncal se produce con ferocidad implacable, queremos un respiro que apenas se nos da.
La trama se desliza lentamente en un clima que baja y baja hacia el mundo del hambre y del desarraigo en aquellos finales del 20′ en Estados Unidos, para finalmente caer en el mismo precipicio que preanuncia.
Hay muchos tipos de escritores realistas, Ernest Hemingway, por ejemplo, que es de la misma generación que Steinbeck, cuenta en sus libros de forma fiel y un poco lacónica, hechos reales y también crueles.
Pero “Las uvas de la ira” no es sólo realista, sino que expone de manera muy precisa un relato crudo que parece lustrado sin que se note, como un objeto antiguo que posee las marcas del tiempo pero que está tan bien conservado y tan bien cuidado que nos atrae dulcemente. No hay salida para los Joad, la familia protagonista de la novela. No la habrá, y el relato terminará de la peor manera. Aún así da gusto leerla.
Stephen King la recomendaba, yo también. No me parezco al señor King, pero sí quiero parecerme a Steinbeck.
Ganó el premio Pulitzer por “Las uvas de la ira“, y luego el premio Nobel. No quiero tanto los premios sino tener esa claridad, esa precisión, y esa visión a la hora de poner las letras donde hay que ponerlas.
” es un gran libro”.
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