la ‘maldición’ de Tutankamon

Casi ninguna tumba de los faraones del antiguo Egipto, llegada la edad moderna, fue hallada sin que hubiera sido previamente saqueada.

Una excepción fue el sepulcro de Tutankamón.

Y lo fue por una razón: porque el joven faraón fue enterrado  en un hipogeo, como se denomina a las tumbas secretas subterráneas, sobre el que se construyeron las cabañas de los obreros que trabajaron en la preparación de la tumba de Ramsés VI.


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De esa forma, quedó oculta a los saqueadores y a la Historia hasta que George E.S.M. Herbert, conde de Carnarvo, quien encabezaba la expedición, la encontró. Y meses después, encontró la muerte.


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Las causas de la muerte de George E.S.M. Herbert apuntaron a una neumonía bilateral, y síntomas que incluían fatiga, dolor de cabeza e insuficiencia respiratoria, entre otras dolencias.

No fue el único, otros miembros de la expedición que también participaron en la apertura de la tumba, y en su entrada, murieron poco después.

Estas circunstancias compusieron, casi de inmediato, lo que se interpretó como una maldición.


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George E.S.M. Herbert

En la imagen, el malogrado George E.S.M. Herbert


La explicación de la ‘maldición’ de Tutankamon

Pero de maldición, al parecer, nada de nada.


Fue un epidemiólogo llamado Geoffrey Dean, quien ofreció la clave. En 1955 atendió, en el actual Zimbabwe, a un geólogo que presentaba un cuadro clínico parecido al que sufrió el descubridor de la tumba del legendario egipcio.

El geólogo había penetrado en las cuevas de la reserva natural de Urungwe, tras lo cual, había comenzado a sentir mareos y lo que es peor una grave neumonía bilateral, pero hay más…

Tutankamon

El médico británico supo que treinta años atrás dos soldados habían desafiado lo que se conocía en aquellas tierras como “‘m‘tagati“, maldición que caía sobre cualquier persona que entrara a las cuevas sin ser “njanga“, esto es, un brujo. Ambos soldados fallecieron pocos días después.

El ritual de iniciación de los aspirantes a brujo de la zona consistía precisamente en entrar en las cuevas y salir de ellas vivos, algo que conseguían muy pocos.

Se suponía que quien superaba esa prueba tenía un carácter especial que le proporcionaba cietos poderes.

Todo causado por un hongo…

La cuestión es que dentro de aquellas cuevas crece y se desarrolla un hongo cuyas esporas son las causantes de la neumonía que sufría el geólogo, llamada Histoplasma capsulatum, y que fueron también las causantes de las muertes de los soldados y de muchos otros incautos que desconocían tan valiosa información.

El mismo mal que padecieron aquellas personas que penetraron en la tumba de Tutankamón, donde también estaban presentes dichas esporas.

Por otro lado, un trabajo del Supreme Council of Antiquities de Egipto y la National Geographic Society, a quienes corresponde la fotografía de la parte superior, y según los estudios realizados con tomografía computerizada, Tutankamón sufrió un accidente al caer de una carroza y se fracturó la pierna izquierda, lo que a la postre supuso su fallecimiento.

Además, fue desvelado otro misterio: el aspecto que tendría su rostro, ese rostro que durante milenios se ocultó tras una bella máscara dorada y que podemos ver en la imagen superior.

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José Carlos Bermejo
José Carlos Bermejo. Madrid, noviembre 1971. Escritor. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, ha colaborado en diferentes medios de comunicación, tradicionales y digitales y trabajado como técnico y responsable de comunicación para más de un ayuntamiento español. Es autor de las novelas WILDE ENCADENADO (prólogo Luis Antonio de Villena), y del thriller Li es un INFINITO de secretos. También de los libros de relatos Retazos de un mundo IMperfecto y Retazos de un mundo INcoherente, ambos traducidos al inglés, al portugués y al italiano. + info: www.josecarlosbermejo.com redaccion@actuallynotes.com

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