¿Sabía el presidente Roosevelt lo que iba a ocurrir? Una teoría de la conspiración
El 7 de diciembre de 1941 comenzó en Hawaii un nuevo día como cualquier otro. Lejos de los tambores de guerra que sonaban en Europa, donde la Segunda Guerra Mundial se había iniciado dos años antes, la gente que se encontraba en la base militar de Pearl Harbor se encontraba apenas despertándose del sueño de la noche anterior cuando, a las 7:48 de la mañana hora local, se empezaron a sentir cómo los primeros aviones japoneses sobrevolaban el lugar.
La base militar estaba sufriendo un bombardeo brutal por parte de las fuerzas aéreas japonesas que, a bordo de sus máquinas de guerra más avanzadas, habían realizado un ataque supuestamente inesperado a una de las bases militares más importantes de Estados Unidos.
Las cifras resultantes de ese ataque supusieron una verdadera desgracia para los estadounidenses, que sufrían, por primera vez en varias generaciones un ataque exterior dentro de sus propias fronteras: 188 aviones estadounidenses fueron destruidos, 2.402 americanos fueron asesinados y más de 1.282 recibieron heridas de consideración, muchos de ellos sufriendo secuelas de por vida.
Además de todo ello, la mayor parte de las infraestructuras del lugar sufrieron daños irreparables y la base militar quedó prácticamente destrozada. El ataque, desde el punto de vista japonés, fue un completo y absoluto éxito.
Oficialmente, la agresión japonesa fue considerada como un ataque preventivo contra Estados Unidos para evitar que su fuerza militar del Pacífico pudiese inmiscuirse en los planes que tenía el Imperio Japonés para conquistar importantes zonas sureste asiático, entre las que se incluían importantes colonias inglesas y holandesas y zonas de control estadounidense.
La población de Estados Unidos, completamente horrorizada por lo ocurrido, demandaba sangre y venganza. Al día siguiente del ataque, Estados Unidos declaraba la guerra a Japón y, apenas cuatro días después, el día 11, declaraba también la guerra a Alemania e Italia, entrando de forma efectiva en la II Guerra Mundial junto con los aliados.
Esta entrada de Estados Unidos en la guerra cambió el signo de la misma y fue vital para que los aliados salieran victoriosos en la contienda cuando esta llegó a su fin, casi cuatro años después.
Sin embargo, al margen de la historiografía oficial, desde poco después de que se produjera, el ataque a Pearl Harbor ha estado rodeado de polémica, pues se sospecha que el gobierno estadounidense y, en particular, el presidente Roosevelt, sabían lo que iba a ocurrir y dejaron que sucediera para tener la excusa perfecta para participar en el conflicto europeo.
Ciertamente, desde poco después de su estallido en el año 1939, Roosevelt había intentado, sin éxito, conseguir los apoyos necesarios para entrar en la guerra europea apoyando a los aliados.
En las encuestas llevadas a cabo entre la población estadounidense antes del ataque japonés a Pearl Harbor indicaban que más del 90% de la población se oponía a una intervención estadounidense en la II Guerra Mundial y existía un lobby político enormemente fuerte que se había opuesto firmemente a la entrada de Estados Unidos en la guerra contra el que Roosevelt no podía luchar.
Todo esto cambio después del ataque japonés a Pearl Harbor: más del 95% de la población apoyó a partir de ese momento una intervención militar contra los japoneses y en apoyo de los aliados europeos, mientras que el lobby antibelicista anteriormente mencionado desapareció del mapa político, dejando el paso franco a los importantes partidarios de una intervención bélica en Europa, principalmente a favor de Reino Unido, con cuyo presidente, Winston Churchill, tenía Roosevelt unas relaciones enormemente cercanas.
Así, muy pronto aparecieron testimonios de que el ataque a Pearl Harbor, lejos de haber sido por sorpresa, era conocido por las autoridades estadounidenses. La primera publicación, seguida de otras muchas, que acusaba al gobierno estadounidense de haber sabido de antemano lo que iba a pasar, apareció incluso antes de que acabara la II Guerra Mundial.
El librito The truth about Pearl Harbor, escrito por John T. Flynn, fue publicado en septiembre de 1944 y en él se defendía que la administración de Roosevelt había estado presionando diplomáticamente a Japón de una manera incansable desde principios del año 1941 para que les declarara la guerra.
El historiador William L. Neumann, autor del libro The Genesis of Pearl Harbor, publicado a principios de 1945 (también antes del fin de la guerra), continúa por esta senda, indicando que el 26 de noviembre de 1941 Estados Unidos le había dado un ultimátum diplomático a Japón que este no podía, ni política ni económicamente, cumplir, por lo que la guerra estaba prácticamente decidida por la parte nipona y poco se podían sorprender las autoridades estadounidenses de que se hubiera producido un ataque militar, pues prácticamente habían empujado a sus enemigos a ello.
Actualmente, está históricamente demostrado que Roosevelt quería entrar en la guerra europea en apoyo de los aliados y que estaba moviendo los hilos diplomáticos para empujar a sus futuros enemigos a declararle la guerra a Estados Unidos, para evitar que fuera el gobierno estadounidense el que tuviera que dar el primer paso, algo que ni la población, mayoritariamente opuesta a la guerra, ni sus fieros oponentes políticos, hubieran permitido.
Roosevelt necesitaba políticamente que alguien asestara el primer golpe, para que Estados Unidos no solo permitiera, sino que demandara, la entrada de la nación en la guerra para vengar su agravio.
Dicho golpe sería Pearl Harbor, de cuyo ataque tendía Rooselvelt previo conocimiento, pero nunca se ha podido demostrar este último punto, aunque existen pruebas muy destacadas que apuntan hacia ello. Además de las maquinaciones políticas de Roosevelt para entrar en la guerra y lo beneficioso que fue para sus intereses el ataque a Pearl Harbor, los muy numerosos seguidores de esta tendencia ponen de relieve otras pistas que indican un conocimiento previo por parte del presidente de lo que iba a ocurrir.
En particular, se habla de dos aspectos. En primer lugar, se señala la misteriosa y rápida salida de tres portaaviones del ejército estadounidense, que se encontraban en la base de Pearl Harbor, poco antes del ataque.
Estos portaaviones, considerados como las verdaderas joyas del ejército estadounidense, se convertirían en una de las piezas clave de la victoria estadounidense tanto en el Pacífico como en Europa, por lo que su rápida desaparición poco antes del ataque, sin que su salida de la base estuviera prevista, despierta muchas sospechas sobre la información que entonces tenían las autoridades estadounidenses.
Igualmente, en segundo lugar, se sabe que los servicios de inteligencia americanos habían descifrado los códigos de sus contrapartes japoneses varias semanas antes del bombardeo, habiendo registrado indicaciones de que se preparaba un ataque, que no fueron oídas por las autoridades pertinentes.
De igual modo, los servicios de inteligencia aliados, principalmente los británicos y los de la resistencia holandesa, también consiguieron testimonios, a través de sus respectivos servicios de espionaje, de que los japoneses estaban preparando un ataque militar contra Estados Unidos y que probablemente su objetivo sería Pearl Harbor.
Estos comunicaron estas noticias a las autoridades estadounidenses, que no llevaron a cabo ninguna acción para proteger el puerto ni para aumentar su seguridad. El gobierno ignoró todas las señales de alarma a este respecto.
Ya han pasado más de 70 años desde el desastre de Pearl Harbor y, con el tiempo, también se van abriendo más documentos clasificados que nos pueden proporcionar un mayor conocimiento sobre el papel que jugó Roosevelt en los eventos del 7 de noviembre de 1941.
Nuevas publicaciones, ya en el tercer milenio, parecen indicar que Roosevelt sabía perfectamente que se iba a producir un ataque y que lo deseaba, para poder vincular a Estados Unidos a la II Guerra Mundial.
El libro de Robert B. Stinnett The Day of Deceit: The truth about FDR and Pearl Harbor, publicado a comienzos del nuevo milenio, utilizando documentación liberada al amparo de la Freedom of Information Act, entre otras publicaciones, parece demostrar con cierta seguridad que el presidente de Estados Unidos sabía que se iba a producir un ataque militar en su territorio.
Entre otros testimonios, este estudio recoge decodificaciones realizadas por los servicios de inteligencia estadounidenses donde se comunicaban los movimientos que estaban realizando los militares japoneses, en los que se advertía, sin lugar a dudas, que sus fuerzas armadas estaban tomando posiciones en el Pacífico y, también, se interceptaron declaraciones de los altos mandos japoneses en los que se indicaba claramente que se dirigían hacia Hawaii.
Asimismo, un memorándum desclasificado con motivo del 70 aniversario del ataque en el año 2011, ha mostrado recientemente cómo la Oficina de Inteligencia Naval informó a las autoridades de Estados Unidos de que se iba a producir un ataque a Pearl Harbor o al canal de Panamá por parte del ejército japonés, varios días antes de aquel infausto 7 de diciembre, un documento que se une a los que ya se conocen sobre la información que le llegaba al presidente a este respecto en los días inmediatamente anteriores al ataque.
Pero, pese a las evidencias, los estamentos gubernamentales estadounidenses siguen negando, a día de hoy, que se tuviera noticia alguna de lo que iba a suceder en Pearl Harbory defienden que fue un ataque sorpresa imposible de prever, diciendo que las personas que opinan que Roosevelt sabía que se iba a producir el ataque son solo seguidores de las famosas teorías de la conspiración sin testimonios realmente concluyentes de lo que defienden.
Sin embargo, las pruebas se acumulan en contra de esta versión oficial y, a medida que pasa el tiempo y más archivos se desclasifican, más y más documentos apoyan las sospechas de que las autoridades estadounidenses tuvieron un claro conocimiento de que se iba a producir un ataque militar sobre Pearl Harbor o, al menos, sobre territorio estadounidense.
Más de 70 años después de este suceso, cada vez más personas, a la hora de pensar sobre los sucesos que llevaron a Estados Unidos a entrar en la II Guerra Mundial, más que creer la versión oficial de los hechos que siempre se ha defendido, se hacen esta pregunta: “¿Qué sabía realmente el presidente Roosevelt sobre Pearl Harbor?”.
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como siempre en la historia hay mas sombras que luces. y eso que se lo pregunten a roosevelt