Cristovão Ferreiras, el personaje histórico de ‘Silencio’, película de Martin Scorsese
Contenidos
- 1 La historia de Cristovão Ferreiras
- 2 La novela de Shusaku Endo, ‘Silencio’ y personajes reales
- 3 La prohibición del cristianismo en Japón
- 4 Ejecuciones y prohibición del cristianismo
- 5 San Francisco Fernández de Capillas
- 6 Cristovão Ferreira, misionero
- 7 La abjuración de Cristovão Ferreira, ahora Sawano Chūan
- 8 ¿Se arrepintió Cristovão Ferreira de su apostasía?
- 9 Trailer de Silencio
La historia de Cristovão Ferreiras
La última película de Martin Scorsese, “Silencio”, ha recibido críticas muy positivas a lo largo y ancho de todo el mundo.
La cuidada producción de este director, ambientada en el Japón del siglo XVII, se centra en las figuras de tres sacerdotes, interpretados por Liam Neeson, Andrew Garfield y Adam Driver, que encaminan sus pasos hacia Japón para extender el catolicismo por esas tierras.
Los dos jóvenes sacerdotes emprenden la búsqueda de su maestro, que está atravesando una crisis de fe y se enfrentan a sus propias dudas, temores y problemas durante un camino en el que se internarán en un mundo totalmente desconocido para ellos.
La novela de Shusaku Endo, ‘Silencio’ y personajes reales
Esta película está basada en la novela del mismo título, ‘Silencio’ escrita por Shusaku Endo en 1966 y que está considerada como uno de los mejores libros del siglo XX.
Pero tanto el libro como la película encuentran su inspiración principal en personajes históricos reales, como el famoso misionero jesuita Giuseppe Chiara, que se vincula a uno de los jóvenes protagonistas.
Sin embargo, la figura histórica más interesante con la que se vinculan ambas obras es la de Cristovão Ferreira, un misionero jesuita que acabó apostatando e integrándose totalmente en la sociedad japonesa de la primera mitad del siglo XVII.
La prohibición del cristianismo en Japón
Para comprender adecuadamente tanto el contexto en el que se ubica la película como las vicisitudes por las que tuvo que pasar el padre Ferreira, es necesario entender cuál era la situación a la que se enfrentaban los misioneros católicos en Extremo Oriente durante el siglo XVII.
La orden de los jesuitas prácticamente monopolizó la evangelización de China y Japón desde su creación, aunque a finales del siglo XVI llegaron otras órdenes, como los franciscanos, que obtuvieron un menor éxito.
Los jesuitas eligieron una aproximación basada en tratar de presentar la religión católica a las personas que vivían en esos territorios utilizando códigos que pudieran entender, aprendiendo su mismo idioma y vinculándose a su cultura.
Los jesuitas obtuvieron un importante éxito en su evangelización, calculándose que, antes de que se impusieran las distintas prohibiciones relacionadas con el culto católico, había en China aproximadamente quinientos mil católicos y, en Japón, cerca de trescientos mil.
Sin embargo, pese a que en un principio las autoridades toleraron las prédicas católicas, a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, esta tendencia comenzó a invertirse. En Japón, en 1587 se publicaron los primeros edictos en contra del cristianismo.
Ejecuciones y prohibición del cristianismo
En 1597 se ejecutó a 26 mártires católicos, que fueron crucificados y lanceados hasta la muerte en Nagasaki.
En los años posteriores, se ejecutaron a un número creciente de cristianos en Japón, hasta que en 1637 se produjo una cruenta rebelión que fue sofocada por el gobierno japonés, costando miles de muertos.
A partir de entonces, el cristianismo estuvo prohibido totalmente en Japón y los creyentes pasaron a la clandestinidad hasta que se declaró la libertad de culto en Japón en 1889.
Por su parte, en China, en 1606 el cristianismo fue declarado ilegal y en 1614 se decretó la expulsión de todos los cristianos que vivieran en ese momento en China.
Posteriormente, también se prohibió la entrada de extranjeros en territorio chino, salvo en aquellos casos en el que las personas que quisieran acceder contaran con un permiso específico muy restringido.
Esta prohibición estuvo en vigor hasta bien entrado el siglo XIX y aquellos que violaban estas leyes se arriesgaban a sufrir graves penas, entre las que se incluían importantes torturas e, incluso, la muerte.
Pese a la prohibición de la entrada de extranjeros en China y de la práctica del cristianismo tanto en este territorio como en Japón, a lo largo del siglo XVII hubo misioneros que desafiaron tales prohibiciones para predicar en estas zonas.
San Francisco Fernández de Capillas
Aquellos que fueron descubiertos por las autoridades fueron juzgados, condenados y crucificados, siendo declarados beatos, mártires y santos algunos de ellos, como es el caso de San Francisco Fernández de Capillas o de los 26 crucificados a los que hemos hecho referencia en las líneas anteriores.
Pero también hubo algunos religiosos que se convirtieron en lo que algunos expertos llaman “sacerdotes caídos”, es decir, personas que abjuraban del cristianismo y se integraban totalmente en la sociedad oriental del lugar donde habían predicado.
Uno de ellos acabó siendo Cristovão Ferreira, que pasó de ser misionero a un escritor capital en la cultura japonesa.
Cristovão Ferreira, misionero
Cristovão Ferreira nació en Portugal aproximadamente en el año 1580.
Poco se sabe de su niñez y su juventud, más allá de que ingresó en la orden de los jesuitas cuando era muy joven.
Después de realizar diversos viajes a Extremo Oriente, hacia 1609 fue enviado como misionero a Japón.
Para entonces ya se había declarado la ilegalidad del cristianismo en aquellas tierras y Ferreira se alzó como una de las principales figuras de la resistencia católica en aquella zona, como cabeza de los jesuitas en esa región.
Estuvo varias décadas en Japón ejerciendo esa función hasta que, en el año 1633, fue apresado por las autoridades del shogunato Tokugawa.
Para entonces, ya llevaba más de veinte años en la zona ejerciendo su labor como misionero en clandestinidad junto con varios de sus compañeros.
Las condiciones a las que tuvo que hacer frente fueron enormemente duras y tuvo que ver cómo eran capturados y ejecutados varios de sus compañeros.
Cuando le hicieron preso en el año indicado, Ferreira no podía tener ninguna duda de que el destino que le esperaba iba a ser igualmente aciago que el de aquellos compañeros que también habían desafiado las órdenes del gobierno japonés.
De hecho, cuando se extendieron las noticias de su detención, se consideró que el prestigioso padre Ferreira pasaría a engrosar la lista de los mártires que habían caído en extremo oriente en defensa del catolicismo.
La abjuración de Cristovão Ferreira, ahora Sawano Chūan
Sin embargo, el destino de Cristovão Ferreira sería muy distinto.
Pronto se supo que el padre Ferreira había cometido apostasía después de horas de tortura. Algunos no lo creyeron y defendieron que era todo una estratagema del gobierno japonés para minar la moral de los cristianos que quedaban en la zona, esparciendo mentiras sobre la actuación de una de sus figuras más importantes.
Pero resultó ser que la abjuración del padre Ferreira no solo era cierta, sino que se mantenía en el tiempo más allá de su periodo de tortura.
Ferreira tomó el nombre de Sawano Chūan y empezó a colaborar con el gobierno japonés.
Durante los veinte años que separaron su conversión de su fallecimiento, en 1650, Ferreira no pareció retractarse de una apostasía que, en un principio, parecía haberse producido bajo una importantísima presión.
Se vinculó a la religión budista y se convirtió en un importante autor, escribiendo tratados sobre la relación entre la naturaleza y la religión, la medicina y la astronomía, que tuvieron una gran difusión.
También se le atribuye el libro titulado “El engaño revelado”, en el que defendía que Dios no había creado el mundo, que no existían ni el Cielo ni el Infierno y que el Cristianismo era un engaño en toda su dimensión.
Esta obra habría sido escrita en 1636, apenas unos cuantos años después de su conversión y su incendiario contenido supuso un grave ataque a su anterior religión.
Permaneció en Japón durante el resto de su vida, se casó allí e, incluso, colaboró con el gobierno japonés cuando se apresaba a otros cristianos, siendo testigo de su proceso, actuando como intérprete e, incluso, participando en los diferentes estadios de los mencionados procesos.
¿Se arrepintió Cristovão Ferreira de su apostasía?
Pese a todo, muchos no aceptaron totalmente la conversión del padre Ferreira y algunos autores vinculados a la Iglesia Católica defienden incluso hoy que el padre Ferreira se arrepintió de su apostasía al final de la vida y fue finalmente asesinado por su fe.
Los rumores de que seguía siendo cristiano en privado fueron difundidos por Europa en varias ocasiones e, incluso, se sabe que varias personas intentaron contactar con él para convencerle de que debía retornar al cristianismo.
Sin embargo, no se tienen pruebas fehacientes de que el padre Ferreira mantuviese su fe en los años posteriores a su abjuración pública ni que se arrepintiera de ella antes de su fallecimiento.
Así, Cristovão Ferreira pasó a la historia como uno de los principales misioneros jesuitas de la Historia que acabó convertido en un monje budista después de apostatar del Cristianismo.
Trailer de Silencio
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