Los árabes no llegaron a la península por su propia iniciativa, sino porque fueron llamados por opositores de don Rodrigo para que les ayudaran en su batalla contra él.

La llegada de los árabes a la Península Ibérica

En el año 711, los árabes hicieron su aparición en los territorios del reino visigodo de Toledo.


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No entraban en un reino estable y en paz; desde hacía años las hambrunas y las epidemias atacaban a una población ahogada por los impuestos, mientras que en el plano político se desarrollaba una lucha encarnizada entre don Rodrigo, que se había alzado con el poder, y los partidarios de los hijos del rey Witiza, entre los que se contaban grandes personajes de la nobleza y el clero.

De hecho, actualmente la mayoría de los historiadores están de acuerdo con la opinión de que los árabes no llegaron a la península por su propia iniciativa, sino porque fueron llamados por opositores de don Rodrigo para que les ayudaran en su batalla contra él.

La batalla de Guadalete

Durante la batalla de Guadalete, en la que las tropas de don Rodrigo caen derrotadas por los musulmanes, varios flancos del ejército vinculados al apoyo de los hijos de Witiza (entre los que destaca el comandado por el obispo don Oppas, hermano del difunto Witiza) se pasan al bando musulmán, colaborando en la derrota.

Poco tiempo después, los musulmanes controlaban la mayor parte del territorio de la Península, sin que los intentos del último rey de los visigodos, Agila II, pudieran los árabes no llegaron a la península por su propia iniciativa, sino porque fueron llamados por opositores de don Rodrigolos árabes no llegaron a la península por su propia iniciativa, sino porque fueron llamados por opositores de don Rodrigodetenerlos. Los últimos visigodos que no se aliaron con el nuevo invasor se refugiaron en el norte y el avance de los musulmanes no se detuvo hasta el año 716, cuando se produjo la famosa batalla de Covadonga y definitivamente en la batalla de Poitiers del año 732.

Don Rodrigo pierde su reino por la lujuria

Pero existen muchas leyendas que rodean a la figura de don Rodrigo, sin duda la más famosa de todas ellas cuenta cómo el rey visigodo perdió su reino por culpa de su lujuria y por medio de la venganza de un padre amante.

La bella Florinda

Cuenta la leyenda que el conde don Julián, gobernador de Ceuta, tenía una hija llamada Florinda, que había mandado educar a la corte de Toledo junto a otras damas de la nobleza visigoda. Según unas versiones, el rey don Rodrigo vio a Florinda entre otras damas de su corte tejiendo, mientras que en otras observó escondido cómo la muchacha se bañaba en el río.

En cualquier caso, el rey don Rodrigo quedó poseído de tal pasión por la muchacha que decidió que debía poseerla por las buenas o por las malas. Florinda trata de resistirse, pero nadie le podía decir que ‘no’ durante mucho tiempo al rey y acabó sometiéndose a su voluntad. Por ello los escritores musulmanes que relataron esta historia con posterioridad le pusieron el sobrenombre de la Cava, que en árabe significa “la prostituta“.

Carcomida por la vergüenza que había traído sobre ella y sobre su familia, Florinda envía a su padre don Julián una serie de regalos, en apariencia normales, para no despertar la atención de don Rodrigo, pero entre ellos se encontraba un huevo podrido, cuyo significado pronto interpretó correctamente el conde: que su hija había perdido su honor.

El rey don Rodrigo arengando a las tropas en la batalla de Guadalete (Museo del Prado)

El rey don Rodrigo arengando a las tropas en la batalla de Guadalete (Museo del Prado)

Lleno de rabia, don Julián empieza a planear su venganza: se pone en coLleno de rabia, don Julián empieza a planear su venganzantacto con los musulmanes por un lado, a los que promete ayudar a pasar el estrecho, que él guardaba, y por otro con los partidarios de los hijos de Witiza, a los que promete su colaboración si le ayudaban a acabar con don Rodrigo.


Con el paso franco por el estrecho y la colaboración de parte de la nobleza y el clero visigodos, los musulmanes tenían en sus manos el botín que significaba la rica península Ibérica.

Los opositores al rey don Rodrigo esperaron a que este se hubiera ido al Norte a sofocar una revuelta para proceder al ataque. Los árabes pasaron a la península y, cuando don Rodrigo se enteró, bajó rápidamente al sur y reunió a sus tropas, aprestándose para el ataque.

Las tropas de don Rodrigo superaban ampliamente en número las de los invasores, por lo que el rey visigodo se confió pero, cuando comenzó la batalla, aquellos efectivos comandados por los partidarios de los hijos de Witiza se pasaron al bando contrario, dejando a don Rodrigo y a los fieles que le quedaban estupefactos y en desventaja.

don Rodrigo

don Rodrigo

La derrota que sufrió don Rodrigo en la batalla de Guadalete acabó con la mayoría de sus efectivos, mientras que los pocos que sobrevivieron huyeron hacia el norte para organizar una fútil resistencia.

Se dice que uno de esos partidarios de don Rodrigo que sobrevivieron a la batalla de Guadalete y luego huyó fue el mismísimo don Pelayo, que luego empezaría la Reconquista derrotando a los musulmanes en la batalla de Covadonga.

Nunca se encuentra el cadáver de don Rodrigo, aunque su montura se encuentra ensangrentada. La leyenda dice que don Rodrigo escapó de la masacre y vio desde una colina cómo perdía su reino por culpa de su lujuria.

Don Rodrigo empieza a caminar sin rumbo por unas tierras que ya no son suyas, mientras los musulmanes acababan con casi toda resistencia y su esposa Egilona se casaba con el hijo de Muza, el gobernador musulmán del norte de África y responsable de la invasión. No se sabe con certeza cuál fue el destino del resto de los protagonistas de esta historia: se piensa que don Julián murió asesinado por los musulmanes y una leyenda toledana dice que Florinda se encerró en el torreón situado junto al llamado “baño de la Cava“, presa de la vergüenza y la desesperación y que, enloquecida, acabó suicidándose.

Los romances continúan relatando el devenir de don Rodrigo tras la batalla de Guadalete.

Dicen que llegó a Portugal y en la zona de Viseu se encontró con un ermitaño, al que le pidió que le ayudase a expurgar sus culpas. Se introdujo en un pozo lleno de serpientes y pidió al ermitaño que lo tapara.

Lo último que escucharía el ermitaño antes de tapar el pozo con una losa sería: “Ya me comen, ya me comen / por do más pecado había”.


Para saber más: 

-Las leyendas vinculadas a don Rodrigo están enormemente extendidas. Esta historia se relata en el “Romancero viejo” en sus distintas versiones; asimismo también aparece en la “Crónica de Alfonso III” y la mayoría de las leyendas sobre él aparecen en “La Crónica del rey don Rodrigo“, escrita por Pedro del Corral en el siglo XVI y que ha sido reeditada en el año 2001. Análisis, estudios y artículos sobre estas leyendas son muy numerosos, sobre todo aquellos que vinculan estos relatos con lo que pudo pasar en realidad. Después de décadas, sigue destacando la obra de Sánchez Albornoz “Dónde y cuándo murió don Rodrigo“, pero hay otros artículos con distintas leyendas sobre don Rodrigo, como el escrito por Joaquín Díaz titulado “Don Rodrigo, el godo, en los romances”, que se puede leer en la dirección http://webs.ono.com/garoza/G1-JoaquinDiaz.pdf 

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Rocio Martinez
Madrid, 1988. Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid y graduada en el máster de estudios avanzandos de Historia Moderna "Monarquia de España Siglos XVI-XVIII, de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha trabajado como asesora de cine y autora de diversos estudios sobre la historia de los siglos XVI y XVII.

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