Cómo fue la Caza de Brujas en la Edad Media
Contenidos
- 1 1. Caza de Brujas. La persecución de las brujas en la Edad Media
- 2 2. Persecución y existencia ancestral.
- 3 3. La caza de brujas
- 4 4. Causas del miedo entre la población a las brujas
- 5 5. Las Brujas de Salem
- 6 6. El diablo como objeto de culto y adoración de las brujas
- 7 7. El diablo en el Nuevo Testamento
1. Caza de Brujas. La persecución de las brujas en la Edad Media
Hubo un tiempo, al inicio de la Edad Moderna, en que muchas personas cultas creían que las brujas y brujos, en el desarrollo de su actividad, mantenían contactos directos y estrechos con el diablo.
Antes de que la Edad Media finalizara, sobre todo en Europa, ya muchos pensaban que los maleficios y los pactos con Satanás, además de ser moneda corriente, eran una afrenta a dios, al normal desarrollo de la sociedad y a los códigos éticos y morales por los que ésta se regía.
Pensaban además que esas brujas se reunían alrededor de ritos blasfemos y obscenos en tumultuosas concentraciones donde el mismo demonio se transfiguraba en real, adoptando diversas formas y manteniendo relaciones sexuales con sus invocadoras.
Resumen
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¿Cómo fue la Caza de Brujas en la Edad Media?
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ASÍ FUE la CAZA DE BRUJAS. El diablo como objeto de culto y adoración de las brujas. La persecución de las brujas en la Edad Media. Las Brujas de Salem.
Autor
Jose Carlos Bermejo
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José Carlos Bermejo. Madrid, noviembre 1971. Escritor.
Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, ha colaborado en diferentes medios de comunicación, tradicionales y digitales y trabajado como técnico y responsable de comunicación para más de un ayuntamiento español.
Es autor de las novelas WILDE ENCADENADO (prólogo Luis Antonio de Villena), y del thriller Li es un INFINITO de secretos. También de los libros de relatos Retazos de un mundo IMperfecto y Retazos de un mundo INcoherente, ambos traducidos al inglés, al portugués y al italiano.
+ info: www.josecarlosbermejo.com
redaccion@actuallynotes.com
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Aguafuerte de Francisco de Goya y Lucientes (1799), perteneciente a los ‘Caprichos’, serie de grabados donde, ente otros, el genial artista representó imágenes basadas en la brujería, como en este titulado ‘Linda Maestra’, donde dos brujasdesnudas vuelan sobre su escoba, observadas por una lechuza.
Por todos esos motivos, desde los años 1450 a 1750, aproximadamente, miles de personas, mujeres en su mayor parte, fueron detenidas, juzgadas, condenadas y ejecutadas por practicar actos considerados de brujería.
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A todos ellos, brujos y brujas, se les dio el tratamiento no solo de delincuentes, sino de algo que se consideraba aún peor: herejes y apóstatas (así se llama a los que reniegan de la fe de Jesucristo recibida en el bautismo).
Miles de personas fueron conducidas a la hoguera acusadas de usar las artes mágicas, renegando de la religión cristiana, al haber decidido estar unidos en un pacto eterno con el demonio.
Durante ese periodo prolongado de tiempo al que hacíamos referencia antes, en la “caza de brujas”, hubo lapsos de tiempo donde se hacían persecuciones más o menos intensas. El método utilizado se basaba en descubrir qué personas podían ejercer la brujería.
Había “cazadores profesionales” que entregaban a los supuestos brujos a las autoridades judiciales en función de denuncias, acusaciones o simples rumores
2. Persecución y existencia ancestral.
Una vez más, para encontrar los primeros vestigios que la Historia nos ha dejado, debemos viajar a Babilonia, al actual Irak, para saber que dieciocho siglos antes de Jesucristo, el rey Hammurabi, quien compuso el código de leyes y edictos que llevó su nombre, ya prohibió la práctica de la brujería. Dicho código es el primer compendio conocido de leyes redactado y escrito.
3. La caza de brujas
Ya en los tiempos modernos, calcular el número de personas que murieron acusadas de brujería es una tarea imposible. Muchas actas judiciales han desaparecido al correr del tiempo, otras ni siquiera se llegaron a redactar.
Los cálculos más alarmistas sitúan la cifra de ejecutados sólo en Europa en un periodo de trescientos años en nueve millones de personas. Cálculos más serios, reducen ostensiblemente el número, situándolo en cien mil procedimientos abiertos y unas sesenta mil personas conducidas a la hoguera o a la horca.
Los artistas de la época evocaban en sus obras representaciones de las extendidas creencias populares sobre brujería. En este cuadro del siglo XVI, obra de Hans Baldung Grien, un mozo de cuadras yace en el suelo muerto por el encantamiento de una bruja, que aparece en el margen derecho, desnuda, como casi siempre se las imaginaba.
Llaman más la atención las cifras si detenemos la vista en situaciones concretas y contrastadas documentalmente.
Así, por ejemplo, en Alemania, en el estado territorial gobernado por un Príncipe obispo fueron ejecutadas doscientas setenta y cuatro personas en un año y en otra localidad alemana, en un solo día, se condujo al cadalso a ciento treinta y tres en el año 1589.
A los perseguidores de la brujería estas cifras les debían resultar secundarias o de poca importancia, ya que en algunos lugares hicieron estudios del número de brujas que “andaban sueltas”, como en el condado francés de Rethelois, donde calcularon en más de siete mil las brujas que dejaron sin capturar.
La posibilidad de defenderse de las imputaciones era complicada, además se puede pensar que la mayor parte, por no decir todas las acusaciones, debían carecer de legitimidad o fundamento. Sobre todo, durante los siglos XVI y XVII, se establecieron grandes “cazas de brujas”, que extendieron el pánico y el histerismo entre la población de Alemania, Suecia, España, Francia, Inglaterra, Polonia… ningún país europeo escapó a esta debacle de terror.
Aguafuerte de Goya. Brujas
La caza funcionaba como una especie de cadena. Las primeras (supuestas) brujas detenidas, después de ser forzadas a la confesión, generalmente a través de la extorsión y de la tortura, eran obligadas a la delación de otras brujas.
Así, en muchos procedimientos, como la caza de Tréveris, de trescientas seis brujas denunciadas, se pasó por este método a la detención de mil quinientas personas, consideradas sus cómplices.
4. Causas del miedo entre la población a las brujas
Hay un sinfín de razones que condujeron a que se extendiera el miedo entre la población de esta forma tan desmesurada. Las brujas y brujos fueron una especie de chivo expiatorio en el que se concentraban todas las culpas de los problemas o los males a los que se enfrentaban. Algunas explicaciones apuntan a la necesidad de los poderes de contentar al pueblo al encontrar un culpable en este colectivo y darle un escarmiento público.
Si las cosechas se echaban a perder, se apuntaba a las brujas como responsables, ya que entre sus poderes estaba el producir plagas o tormentas dañinas. Se las consideraba las culpables de que los rayos cayeran sobre los campanarios o, al ser capaces de fabricar pócimas, de hacer que las personas cayeran enamoradas o fueran portadores de la mala suerte.
También era una extendida creencia popular la idea de que las brujas podían convertir a otros en animales o que ellas mismas podían transfigurarse en la bestia que desearan.
Todas estas ideas sin base lógica ni científica, y lo que es peor sin prueba alguna, eran apoyadas por supuestos hombres respetados por su sabiduría e inteligencia.
Lutero o Calvino, fueron algunos de ellos.
Es curioso que la “caza de brujas” estuviera enfocada contra aquellas personas que supuestamente practicaban la magia y el encantamiento, el maleficium, como se conocía, pero los clientes y demandantes de los servicios de estas brujas y brujos no parecían ser perseguidos.
Si las brujas no tenían a quién prestar su servicio, es sencillo pensar que tal servicio era inexistente.
Por supuesto, esta práctica de culpar a las brujas de todos los males que acechaban a la sociedad inculta, víctima de la superstición y de la falta de sentido común, cruzó el Atlántico. Museo de la Brujas de Salem
5. Las Brujas de Salem
En Nueva York, Nueva Jersey, Delaware, Maryland o Virginia, hubo juicios contra brujas, que dado el carácter tan extremista de Europa, se pueden considerar como ocasionales.
Que haya quedado registrado, solo un juicio en Maryland, acabó con la ejecución de la encausada. Sin embargo, en Nueva Inglaterra se llegó a procesar a doscientas treinta y cuatro personas, de las que treinta y seis acabaron ejecutadas.
Es revelador este número de víctimas teniendo en cuenta que la población total era de cien mil habitantes.
En Salem, Massachussets, en 1692, se llegó a dar muerte a veinte supuestas brujas. La razón de esta persecución entronca más con los valores puritanos, sociales y morales, que con cualquier otra cosa.
Las acusadas que peor destino corrieron fueron aquellas que no reconocieron la autoridad del Tribunal encargado de juzgarlas, que aunque era de carácter civil, estaba estimulado por las acusaciones del clero, quien con este tipo de acciones pretendía atacar al poder diabólico que acechaba a la sociedad.
6. El diablo como objeto de culto y adoración de las brujas
El diablo siempre ha sido considerado como el objeto de culto y adoración para brujas y brujos. Pero el diablo, como personaje, no siempre ha sido interpretado o entendido de la misma forma a lo largo del tiempo.
El diablo ha permanecido presente en la Historia, junto al hombre o inventado por éste.
En todas las culturas el fenómeno de la brujería ha existido, de una u otra forma. El Código de Justiniano, del emperador de Bizancio, en el siglo VI, sancionaba con la pena capital a quien celebrase sacrificios en honor del demonio.
En la Antigua Grecia, el debate sobre la existencia de brujas o del mismo diablo fue considerado por muchos una creencia vulgar e inculta, pocos creían que alguien pudiera dominar la naturaleza.
Existen también, escritos del Antiguo Egipto, donde se pone de manifiesto la existencia de conjuradores y adivinos.
En el Antiguo Testamento se habla sólo del demonio en algunas partes, y se hace de forma un tanto esporádica.
En aquel tiempo no existía conciencia de que el demonio pudiera ser real. Los judíos estaban en la creencia de que si dios, Yavé, encarnaba el bien, nadie más que él podía también encarnar el mal.
La lógica es: existiendo dios, el diablo no puede existir. En cualquier caso, Moisés, fue considerado como practicante de la brujería y la frase que aparece en el Éxodo 22, 18 “No permitirás la vida de los hechiceros”, se utilizó siglos después para justificar la “caza de brujas”.
7. El diablo en el Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento, la presencia del diablo es mucho más palpable y constante. La imagen que hoy tenemos del demonio parte de la pugna del cristianismo con otras religiones con las que, en sus inicios, competía.
Los Padres de la iglesia cristiana comenzaron a representar al demonio con la misma imagen que representaban los dioses paganos, es decir, asimilaron e igualaron la imagen de los dioses distintos al dios cristiano con la imagen del diablo.
La barba de chivo, la imagen semi-animal, las pezuñas o la desnudez, hacen referencia a dioses como Pan, grecorromano o el dios celta, Cernuno. También las representaciones de pinturas inglesas del siglo XVII, donde se representa al diablo con pechos de mujer, provienen de la diosa de la fertilidad romana: Diana.
El final de todas estas “cazas de brujas” llegó a través de leyes y decretos legislativos que intentaron poner remedio a la sanguinaria persecución de personas inocentes. Juristas, jueces y magistrados enfrentados a teólogos o filósofos, tuvieron en sus manos el poder necesario para detener la barbarie.
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