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Corría el año 1907 cuando un joven de 18 años llamado Adolf Hitler intentaba ingresar a la Academia de Bellas Artes de Viena.
El joven se había preparado intensamente por más de un año para pasar el examen de admisión en el que competiría con más de 100 aspirantes.
El joven superó la prueba escrita y pasó a la siguiente instancia: la prueba de dibujo, donde debía presentar una serie de trabajos realizados previamente.
El resultado fue insuficiente. Ese joven que no superó la prueba. Ya sabemos, era Adolf Hitler…
Sin perder las esperanzar el joven Hitler intentó matricularse en Arquitectura, pero los resultados fueron aún peores, ni siquiera reunía los requisitos mínimos para ingresar.
Un año después, en 1908, Hitler intentó nuevamente ingresar a la Academia de Bellas Artes pero esta vez ni siquiera superó el examen escrito. A pesar de las negativas, totalmente determinado a triunfar como artista, se instaló como pintor en 1910 realizando obras de pequeño formato, las cuales eran copias de tarjetas postales, grabados y figuras al natural, como las que podemos ver al final de estas palabras.
Hitler, de pintor a genocida
La mayor parte de sus obras estaban hechas con lápiz, pasteles, tinta y acuarelas. El aspirante a pintor se asoció con Reinhold Hanisch quien se encargaría de vender las obras cuyos principales compradores eran pequeños comerciantes judíos.
En 1913 Hitler se trasladó a Munich y para ello vendió cada una de sus pinturas. El precio promedio de las mismas era de 100 marcos, mientras que el costo de vida por aquel entonces del futuro Führer era de 80 marcos, lo que le permitía ir a la opera y el teatro, actividades artísticas que amaba y fomentaría en todo momento.
A pesar de sus intentos por convertirse en un reconocido pintor, en Viena era un “don nadie” y en Munich: un marginado. El rechazo recibido de la Academia de Bellas Artes terminó por convencerlo de que jamás sería un gran artista.
En 1914 Hitler se convirtió en soldado siendo condecorado en diversas oportunidades. En las trincheras escribía poemas, demostrando que poseía una personalidad de índole artística. Podemos establecer cierto paralelismo con el pensamiento del Movimiento Futurista, el cual en su primer manifiesto afirmaba que glorificaban a la guerra, la cual era la única cura del mundo.
Quizás fue precisamente por este pensamiento compartido que el movimiento impulsado por Marinetti se convertiría en la cultura oficial del Fascismo. La participación en la guerra despertó en Adolf Hitler un creciente interés por la política y pasaría de ser un pintor frustrado y desconocido a orador, agitador público y comenzaría a gestarse la horrible historia que afectaría a toda la Humanidad.
Producción artística del futuro Führer
Su formación artística fue muy precaria, había recibido algunas clases de escultura en Viena por parte de un escultor desconocido.
El tema más recurrente de sus obras eran los paisajes, los cuales copiaba de postales, tarjetas u otros cuadros. Sus obras no eran creaciones auténticas y finalizar cada una de ellas le llevaba unos 3 días.
Es por esto que a la hora de hablar de Adolf Hitler como artista, inevitablemente surge el siguiente interrogante ¿es posible considerar a un copista, sin ningún tipo de originalidad como un artista?
Pues, hay quienes creen que sí, pues al menos había habilidades técnicas como para reproducir los originales. Otros creen que una mera copia no puede considerarse como obra de arte…
Dos de los dibujos que el joven Adolf Hitler envió a la Academia de Arte de Viena
Hubo quienes lo consideraron un gran dibujante y pintor con potencial, como el escenógrafo y coleccionista escocés Edgard Gordon Craig, quien encontró en Hitler un verdadero artista y tiene en su haber más de 100 dibujos y acuarelas de Hitler.
Hitler y las Vanguardias
Dominado por una estética propia del siglo XIX, detestaba a las vanguardias de la época, recordemos sino la persecución y condena a lo que él consideraba “arte degenerando“.
Con la excusa de la construcción de un Museo de Arte en Linz, su ciudad natal, organizó una cacería de obras de arte que formaban parte de importantes colecciones privadas, principalmente judías, lo que llevó a la pérdida de invaluable parte de la historia del arte. Si nos preguntamos ¿qué hubiera sucedido si Hitler hubiera sido aceptado en la Academia de Bellas Artes? La respuesta no es sencilla, lo que sí queda claro es que la historia habría sido otra.
Quizás de este modo Adolf Hitler podría haber canalizado su odio, sus fobias racistas, frustraciones y desequilibrios emocionales en la pintura y la Humanidad se habría salvado de los millones de muertos ocasionados por ese genocidio contemporáneo al que nos condujo el frustrado pintor de Viena.
Así pintaba Hitler
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Pues a mi me gustaba cómo pintaba este zumbao