[Entrevista] YVÁN POZUELO: El profesor sancionado por calificar a (casi todos) sus alumnos con un 10
Algunas ideas y el reflejo de la escritura de Yván Pozuelo pudimos conocerlos en las páginas de Actually Notes Magazine, particularmente sobre la masonería, de la que es un gran estudioso. Sin embargo, el nombre de Yván Pozuelo da forma a los abundantes ríos de tinta que dibujan la actualidad por otras causas: Ha sido expedientado y condenado a 8 meses sin empleo y sin sueldo, como docente de francés en el IES Universidad Laboral de Gijón, por parte de la Consejería de Educación de Asturias.
PREGUNTA. Yván, hemos podido leer que las acusaciones que recaen sobre usted son las siguientes:
1. Calificar mayoritariamente con dieces sin justificación y de forma inmerecida a su alumnado.
2. Negarse a hacer la evaluación formativa al alumnado.
3. No programar debidamente las enseñanzas de Francés.
4. No llevar registros veraces y efectivos del rendimiento del alumnado.
5. No coordinar el departamento del que era responsable.
¿Es así?
RESPUESTA: Estas son sus últimas conclusiones. La verdad es que las cinco son la misma, la primera. Pero ese no era el cargo oficial. Ese me acusaba de poner a “todos” dieces. Cuando comprobaron que no era así, que algunos, pocos, no tenían esa calificación, modificaron la acusación a “mayoritariamente” en vez de dar por cerrado el asunto puesto que no había puesto dieces a todos. Los matices sólo les valen a ellos para acusar. El segundo, no sólo es un completo invento ya que precisamente, entre otras razones, se llega al diez por aplicar una evaluación formativa. Con la tercera, no les gustó que no haya escrito lo que exactamente iba a hacer a cada hora con el alumnado, que hablase mayoritariamente en francés, que trabaje por proyectos no como una “extraescolar” sino como método normalizado (como clase “habitual”) para adquirir las competencias clave, y sobre todo, que explico que la improvisación es clave en mis clases. No tenemos el mismo concepto de la “improvisación”. La cuatro, es muy fácil, no me creen y punto. En cuanto a la quinta, se debe saber que estaba compuesto por mí y una profesora con medio horario, no es demasiado para coordinar. Por lo visto, no les pareció adecuado que no obligase a mi colega de departamento a seguir “mi” método, es decir, a incumplir gravemente sus funciones como docente, “método” que es el supuesto motivo de esta inspección. Resulta algo chocante que haya sido capaz de coordinar proyectos con 300 movilidades, congresos internacionales con decenas de investigadores y no pudiera coordinar un departamento con un horario y medio. Y nadie se dio cuenta en todos estos años ¡hasta que salió el libro!
P. ¿En qué momento procesal se encuentra la causa? ¿Qué porvenir augura?
R. En los próximos días mis abogados van a presentar un recurso de reposición. Van a dar una nueva y última oportunidad a la administración de paralizar este disparate de sanción. Durante todo el proceso mis abogados aconsejaron, sugirieron cambios en el procedimiento para que el servicio de inspección no cometiera abusos ni errores procesales ni falsas garantías. A todas ellas hicieron caso omiso. El porvenir es, después, presentar un recurso contencioso-administrativo. Es increíble llegar a eso. Por desgracia, aunque yo lo desearía, por el momento, no vamos a ir por la vía penal; aunque se lo merecen todos los que colaboraron en este proceso. En la propuesta de sanción, llegaron incluso a reconocer que se habían, ellos, pasado de plazos en varias ocasiones, pero… que para este caso “era irrelevante”. Más allá de todo esto, no descartamos que sigan hostigándome puesto que si con una entrevista en la prensa, donde ni hablaba de mi centro, ni de ninguno de mis superiores, ni tan siquiera de Asturias, sino de forma general en contra de la evaluación, se lo tomaron de esta forma, pues no queremos imaginarnos con diez entrevistas.
P. No hay que estudiar en Salamanca, y por lo que parece tampoco en Asturias, para aventurar que buena parte de todo esto nace de su libro, publicado en 2019: “¿Negreros o docentes? La revolución del 10″, un ensayo en el que explicaba, entre otras, la razón de las altas calificaciones a sus alumnos, pero también otras cuestiones más profundas, como: ¿Para qué y a quién sirven las personas que se dedican a la enseñanza? o una abierta crítica y denuncia a “los sistemas educativos que usan a los profesores para exterminar al alumnado a través de todo tipo de evaluaciones”. ¿Hasta qué punto la publicación de este libro fue el detonante de la situación que vive académicamente?
¿Negreros o docentes? La revolución del 10″
R. Fue el detonante. Podría haber seguido hasta mi jubilación haciendo lo que hago desde hace unos diez años. Una entrevista en un periódico local que anunciaba la publicación del libro y al día siguiente se pusieron manos a la obra. En todos sus escritos el primer punto se refiere a esa entrevista. Del libro no quieren decir nada, primero porque saben que sería un atentado claro a la libertad de expresión, y segundo porque es para decirme que yo no soy nadie (eso es verdad) con un “nadie” que se refiere más a un miembro de alguna de las sectas políticas, sindicales, educativas o de amistades de la región. Yo me pregunto ¿Cómo es posible que no le den el mismo valor de libertad de expresión a la entrevista? Por un lado, porque supongo que no estudiaron la historia de lo qué es la libertad de expresión. Por otro, porque utilizan un punto de un artículo sobre legislación acerca de la función pública que determina como falta grave o muy grave que un funcionario con una mala praxis haga “publicidad” de ello. Para ello, el primer supuesto sería que fuera consciente que estaba yo realizando adrede una mala praxis. Para eso tengo a autoridades, y ninguna me advirtió.
Eso de que “la nota no es lo más importante” yo lo llevo a su práctica
P. ¿No le resulta paradójico y contradictorio que en el actual sistema educativo, que premia los suspensos y permite pasar de curso o presentarse a selectividad o EVAU con suspensos, se esté dando esta situación con usted?
R. Suspender sí, el 10 no. Los profesores, por el momento, no suspendemos ni ponemos dieces o la nota que sea por las mismas razones, quien diga lo contrario miente o vive en una realidad paralela. Eso de que “la nota no es lo más importante” yo lo llevo a su práctica, no sólo para utilizar esa expresión para que las familias acepten que sus hijos y sus hijas suspendan y que deben por consiguiente aceptar que no tienen, supuestamente evaluados con justicia, talentos. Los suspensos los hemos asociado a “incapacidades intelectuales” voluntarias o involuntarias, así que no se puede entender que con suspensos se pueda pasar de curso y menos titular. Todo está mal explicado desde sus raíces y nubla la comprensión de qué educación y cómo enseñar para cómo aprender, todos y todas dentro de un mismo sistema educativo como sociedad. ¿Qué se suspende o aprueba? ¿Contenidos memorísticos o competencias clave? Algunos y algunas quieren medir al alumnado cómo se mide radiadores (por ejemplo los y las que están detrás de mi expediente) y otros y otras medimos a seres vivos con múltiples instrumentos de evaluación y momentos de evaluación flexibles, dentro de lo que se puede llamar una evaluación holística. Por cierto, lo del holismo tampoco le gustó al servicio de inspección. Está claro que van a crear el premio al peor docente del mundo para mí. Los dieces que obtiene los alumnos y las alumnas a los y a las que doy clase no son los dieces de los profes que evalúan los contenidos a través de la memoria en un día determinado. A esos y a esas que utilizan el método de la memorización, si pusieron todos dieces entonces sí habría una contradicción insalvable. Pero a los y a las que evaluamos por competencias clave (con nuestros defectos e imperfecciones por supuesto) no nos pueden amenazar y sancionar de esta forma porque son vías distintas de llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por cierto ¿Qué dice la ley? Todo esto lo explico en el libro y en las alegaciones presentadas al servicio de inspección. Por lo visto, hablo bonito, pero luego no lo aplicaría en clase. Pues, según mi percepción, es lo contrario.
Creían que se iban a encontrar con un profe que pone dieces por no dar clase y se encontraron con uno que los pone por dar clase
P. También cabría pensar que los métodos con los que la inspección evalúa a los docentes son deficientes. ¿En algún caso se ha buscado por parte de aquella la calidad de lo aprendido en sus clases por sus alumnos, en el curso actual o en precedentes?
R. La verdad es que no pensaba que el servicio de inspección con todos los defectos que tiene (aceptables como cualquier entidad) pudiera haber actuado así sin que absolutamente nadie dentro y cercano a él le haya hecho reflexionar sobre este proceso y sus consecuencias. Evalúa lo mismo con un 10 o con un 0. Depende mucho de la persona y de sus redes socio-políticas. Y en eso, tengo la suerte, de ser un simple docente procedente de una familia española que emigró a París para que yo tuviera un futuro que intuía que aquí no se me iba a ofrecer. Mi madre y mi padre tuvieron razón.
Entraron por sorpresa, vieron a un profe en segundo de bachillerato, grabando con un palo selfie y su móvil al alumnado que debía leer en un teleprompter el discurso del presidenute Macron con motivo de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Quiénes habían realizado el ejercicio tenían que redactar un soneto que resumiera sus sensaciones al final de su etapa escolar, ayudándose de su móvil y de un programa de rimas francés. En la siguiente hora, tocó un grupo de primero de la ESO que realizaba un caligrama contra la violencia para un proyecto educativo europeo eTwinning, y en la tercera hora, con un grupo de segundo de la ESO, se corregía y se hacía un vídeo en grupo o de forma individual para describir la receta de las “crêpes”. Todo ello, por supuesto, hablando yo en francés. Resultado: 0. Creían que se iban a encontrar con un profe que pone dieces por no dar clase y se encontraron con uno que los pone por dar clase. Pero la realidad no podía influir el encargo de sancionarme. Esto el primer inspector encargado de la “información reservada”. El segundo, encargado de la instrucción oficial del expediente, fue a clase a poner unos exámenes de contenidos sin autoría y sin discriminar qué alumnos habían sido míos el año anterior y cuáles no.
VIDEO. Educación: “buenista” profesional
Yvan pozuelo. | | TEDxMondonedo
P. Quizá se trate que el sistema educativo todavía no ha entendido sus teorías. Corríjame si me equivoco: Partir de la base de calificar con un posible 10 a todos los alumnos, cuando estos ya lo saben, evita la presión de la nota, que al fin y al cabo es lo que quedará para el alumno cada curso. ¿Es así? ¿Qué más objetivos persigue? Cuéntenos más sobre su metodología de trabajo.
Sé que no gusta que un don nadie con la cantidad de personas brillantes que pululan por los centros con pretensiones de universidad y en las consejerías les haya desnudado sus contradicciones
R. Incluso el alumnado que lleva tres años conmigo con dieces dudan si en el cuarto lo tendrán. ¿Por qué dudan si se supone que ya saben que lo tienen supuestamente haciendo o no haciendo? Hasta pocos días antes de poner la nota, no lo sé yo. Veo los trabajos, su progreso, sus circunstancias, el contexto real del aprendizaje, etc. Es mi objetivo que tengan todos 10 eso sí. Pero el proceso de enseñanza-aprendizaje me lo dirá. Evaluamos “enseñanzas básicas” a través de “mínimos exigibles” o “estándares de aprendizajes “o “aprendizajes imprescindibles” o “aprendizajes esenciales”, no medimos, no debemos medir “enseñanzas máximas”, no es nuestro marco legal. Lo anterior dicho es lo máximo, y la nota máxima es el 10. Le hice la pregunta al servicio de inspección para darles y darme una oportunidad de rectificar mi interpretación: ¿Qué calificación, con esos “mínimos exigibles”, marca la adquisición de una competencia clave (completa o en sus diferentes graduaciones)? Me respondieron con la ley: la evaluación positiva es del 5 al 10. No contestaron lo que muchos querrían ver escrito: un 5. Pues, puede gustar menos o más, pero el 10 está allí. Sé que no gusta que un don nadie con la cantidad de personas brillantes que pululan por los centros con pretensiones de universidad y en las consejerías les haya desnudado sus contradicciones. Yo no me veo en una contradicción tan grande de tener una ley que contempla el 10 para la adquisición de competencias a través de mínimos exigibles en el marco de las “enseñanzas básicas”. Que nadie me crea, sólo hay que ir a la ley para verificar cada postura.
Puede repetir lo que no sabe hasta obtener el 10
Cuando un alumno realiza sin fallos un ejercicio en su cuaderno me pueden decir ¿Dónde la ley pone que no se le puede calificar, ese ejercicio, esa prueba, con un 10? Porque se le dice al oral “bien” o “muy bien” y no se le pone una nota. Pues yo se lo pongo. Tiene menos valor que una prueba global, parcial a las 9 de la mañana un martes. Para mí y para la ley sí porque me demostró que era capaz de … Que no lo tiene bien, la nota se la pone él. Acierta (autoevaluación) tiene otro 10. Puede repetir lo que no sabe hasta obtener el 10. Así te encuentras que tenemos en todas las horas muchos más dieces a los que no atendemos ni damos la ocasión de que surjan. Pero incluso con errores, incluso con lo que como profesores podemos considerar muchos errores, se puede conseguir adquirir la competencia con un 10 por lo explicado anteriormente. Además, ahora que tuve que leer los escritos del servicio de inspección con faltas de ortografía y de expresión verdaderamente llamativos tendré más ocasiones para no guillotinar al alumnado de 12 a 18; y ahora a los de grado superior de formación profesional. Ya me pasaba con cualquier escrito del equipo directivo en los 14 años que estuve allí. No seré nunca más papista que el Papa.
Soy exigente con ellos (el alumnado), pero con una exigencia que se basa en el mérito propio, no basado en un estrés, una angustia destructiva
El 10 da paz, confianza y motivación. Y a mí me ha funcionado. A los demás si no lo probaron o creen envestidos de los poderes de los dioses para determinar el futuro de adolescentes allá ellos, pero que me respeten y me dejen ya en paz.
El sistema educativo entiende mis teorías porque él es una de las fuentes que me llevaron a ellas. Mis alumnos no necesitan copiar porque mi evaluación no es un hacha, es acompañarles para dar mis conocimientos al servicio del despliegue de sus alas para que sean más fuertes y más grandes a pesar de la obvia realidad de desigualdad social de nuestra sociedad. No les doy como dicen algunos “expertos de lejos” falsas esperanzas, falsos datos sobre su rendimiento, o sus capacidades. Primero, porque no son tontos, segundo, porque soy exigente con ellos, pero con una exigencia que basa en el mérito propio para sí mismo, no basado en un estrés, una angustia destructiva como ella fuese el pilar para entender nuestras vidas y superar nuestras frustraciones. ¡Patética argumentación!
El momento en que me decidí y que me abrió más los ojos fue cuando le puse, a una alumna de “suspenso” ad vitam eternam, en su libreta a un ejercicio correcto el 10 y ver su emoción… al igual que ver a su compañera vecina de “10” tradicional, alegrarse más
P. ¿En qué momento se dio cuenta de que su método era acertado?
R. Cuando toda una clase, con alumnos que no hacían ningún examen escrito ni tomaba apuntes, empezaron a trabajar todos juntos para hacer vídeos en francés con todos ellos, incluso el “que no hacía nada”, hacía. De todos modos, fue paulatina mi evolución. Y también responde a un contexto de centro concreto. Pero el momento en que me decidí y que me abrió más los ojos fue cuando le puse, a una alumna de “suspenso” ad vitam eternam, en su libreta a un ejercicio correcto el 10 y ver su emoción, al igual que ver su compañera vecina de “10” tradicional, alegrarse más, y fundirse las dos en un abrazo. Asistir a eso me metió en el cuerpo las ganas de verlo otra vez todos los días con todos los alumnos. Y lo veo a menudo… Eso sería hacer vagos y paguitatubers… ¿Y los de la justicia evaluadora qué hacen? ¡Premios nobeles! Pues, ¡hay más bien pocos!
P. El perfil de los jóvenes ha cambiado mucho en estos años. ¿Su sistema se adaptaría a los viejos estudiantes que fuimos en la EGB y el BUP?
R. Sí claro. Diversificar las actividades, trabajar por proyectos, que el colectivo ayude al individuo y viceversa en un constante movimiento para compartir los saberes y saberes haceres hubieran dado la oportunidad a más personas a ser profesionales de esos trabajos que consideramos (mal considerado) más importantes que otros, e incluso ser mejores profesionales que los que aceptaron y supieron adaptarse a la forma de evaluar con exámenes exclusivamente memorísticos. Permíteme ser un poco malo. El mundo actual no es el reflejo de “mi” forma de evaluar y enseñar sino de los que están en contra, de esa época de EGB y BUP. Los representantes políticos, que plagian, roban y “sicarian” representan esa educación. Las guerras en las que hemos participado representa esa educación. Y todavía más malo, la inmensa mayoría de los médicos (una de las profesiones bien valoradas y respetadas) tres días antes del confinamiento no distinguía la gripe del COVID19. Te aseguro que no le di clase a ninguno. Y todavía un poco más malo, tampoco les di clases a los científicos que viendo subir el magma en Cumbre Vieja dudaban si iba a acabar en erupción, incluso ya muy cerquita de la superficie. No conocí directamente la EGB y el BUP porque me crie en París. En mi época de alumno era la misma época que esta de la ESO, salvo que todavía se repetía incluso con todas aprobadas para “reforzar”. La principal diferencia es la diversidad de alternativas en salidas de formación profesional pero también de bachillerato. Hice el bachillerato de G3 consistente en Técnicas comerciales, derecho y contabilidad. Con ese diploma que nos conducían naturalmente a un grado superior de formación profesional, decidí porque así me lo permitía la ley a hacer historia en la Sorbona. La orientadora estaba desorientada y cansada de explicar a todos que nos íbamos a estrellar en la universidad, y fue lo contrario, todos fuimos a la universidad, y todos lo sacamos sin demasiados esfuerzos porque la motivación es pilar clave para la mejoría del aprendizaje. Pues, mientras les llegue a mi alumnado, seré paciente, la digestión de las competencias y de los conocimientos tiene su tiempo, y lo debemos respetar, observar para estar presente cuando ocurra para seguir con más competencias y más conocimientos…
Por supuesto, nuestras notas son absurdas…
P. Para terminar, en el otro de la balanza es conocido el caso de un profesor de matemáticas que fue expedientado por “suspender demasiado”. Al parecer, la presión ejercida por la Asociación de Padres y Madres llevó, a las autoridades educativas murcianas, a suspender al profesor. La AMPA se quejaba de sus “métodos estrictos”, aduciendo que el porcentaje de suspensos superaba el 50%, lo que era negativo para la motivación de los alumnos. También en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Alicante, más recientemente, sucedió algo parecido: Un profesor fue suspendido dos años y medio de empleo y sueldo por poner un cero al 99% de sus alumnos. ¿Confirman estas situaciones la absurdez de la nota como medio de evaluación?
Por supuesto, nuestras notas son absurdas, y ves, tenemos diferentes maneras de ver lo que es la educación. Primero, lo que no se puede es tener diferentes varas de medir según quién sea el profesor. Parece que el servicio de inspección actúa a golpes de “para el ejemplo”. Las sanciones impuestas en todos estos casos son igual de inadmisibles. Debe haber advertencia y debate de fondo, por supuesto con la ley en la mano, pero no sólo por la parte del profesorado sino, y sobre todo, por parte de Inspección que queda en evidencia en todos estos casos. En el mío, no hubo ningún tipo de denuncias o quejas ni advertencias previas. Y no es porque ponga dieces, porque las familias también se quejan cuando sus alumnos tienen dieces pero no aprenden o no reciben clases. Otra diferencia es que ningún sindicato me defendió, me tuve que borrar de CCOO porque me pareció escandaloso su desidia. Para él era una inspección más, se sorprende medio planeta y él no vio nada de gravedad en preguntarme si me retractaba tras hacerme leer un documento donde se me amenazaba con la inhabilitación. Documento del que no pude tener una copia ni tan siquiera tras la apertura del expediente. En realidad, durante los 10 meses que duró la “información reservada” no tuve los derechos que un terrorista de la ETA o franquista tiene en cuanto se le investiga. Es un problema muy serio el del poder del servicio de inspección contra el profesorado. Ellos con decir que luego podemos recurrir, y si pierden no les pasa nada, pues tienen cubierta su dignidad como Ser humano.
Ahora bien, es obvio que con estos colegas tengo diferencias de planteamientos teóricos sobre qué medir, qué evaluar y para qué dentro de una ley cuyo contexto se enmarca en las dos columnas de las enseñanzas básicas y de la atención a la diversidad. Alumnos y profes somos diferentemente iguales, la misma nota puede ser el fruto de resultados de evaluación producidos de formas diferentes.
Las sanciones no aportaron ningún tipo de mejora a la calidad de la enseñanza de ahí que dejan en evidencia a los servicios de inspecciones que actúan más como comisarios que como docentes que se supone a la base eran.
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Es de agradecer que la entrevista, huyendo del sensacionalismo, sea un ejemplo de buen periodismo con preguntas que van al grano en el marco educativo en el que nos encontramos. También se disfruta de la sinceridad sin tapujos y claridad en las respuestas del entrevistado. Enhorabuena por un periodismo cientifico que cada vez se ve menos.
Muchas gracias por el comentario y sus buenas palabras, Susana. En ello nos esforzamos y siempre es más sencillo cuando el entrevistado tiene una gran historia que contar, aunque en este caso sea perseguido. Nunca fue fácil que el talento y el sentido común sean apreciados. Prepondera la mediocridad y el que “todo siga igual”, por desgracia.