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El Caso Dreyfus, Zola y el nacimiento de los Intelectuales

El Caso Dreyfus, Zola y el nacimiento de los Intelectuales


El Caso Dreyfus fue el escándalo más famoso de la Historia francesa, después de lo de mbapé, o como se diga 😀

Es, quizá también, el primer ejemplo personificado en la figura de un personaje público, un militar, del claro antisemitismo que se encarnaría con total virulencia en el siglo XX y que alcanzaría su máxima expresión en el Holocausto nazi.

En los últimos meses de 1894, el capitán judío Alfred Dreyfus fue falsamente acusado de espionaje, de haber filtrado informaciones militares secretas al agregado militar alemán en París.

La acusación y condena contra Dreyfus

La acusación no parecía tener demasiada lógica, Dreyfus tenía mucho dinero y las pruebas eran endebles. Tiempo después se supo que realmente aquello había sido una conspiración contra el “judío advenedizo”.


El Estado Mayor no quería entre sus hombres a un judío. Además, el juicio fue a todas luces injusto.

Con todo, fue condenado en Consejo de Guerra a la degradación y a la deportación durante 5 años a la Isla del Diablo, en la Guayana Francesa, en febrero de 1895.

El escándalo vino después, cuando la presión, proveniente de varios frentes como ahora veremos, dio una vuelta de tuerca a todo el asunto.

El Manifiesto de los Intelectuales. ‘Yo Acuso’

De un lado, en 1898 se descubrió que hubo un falsificador de las pruebas, el coronel Henri, que ese mismo año se suicidó, de otro, el “Manifiesto de los Intelectuales”, bajo el lema “Yo Acuso” publicado el 14 de enero de 1898 en el periódico “L´Aurore”, donde un grupo de escritores, entre los que destacaban Anatole France y Émile Zola, quien firmara e iniciara el Manifiesto; políticos como Leon Blum o científicos como Seignobos, elevaban unadefensa y la revisión del caso sobre la condena de Dreyfus, y contra el gobierno de Méline, que había consentido el oprobio contra el capitán judío, por el hecho de profesar tal religión.

El nacimiento del término intelectual

Aquí vale hacer una acotación para reparar en el término “intelectual”, que fue el que se dio al Manifiesto, para referir que fue el momento histórico en el que surge, y con el que designa a aquellas personas que ofrecen su opinión, supuestamente de forma libre, para conformar una parte sustancial de lo que se viene conociendo como “opinión pública”.

Yo Acuso, por Emile Zola, en L´aurore

El término se fue adaptando a las distintas lenguas europeas, y lo hizo, sin duda, de forma peyorativa, dado que en el Caso Dreyfus se concitaban opiniones contrapuestas, y divergencias desde el plano político, caracterizadas por las diferencias ideológicas entre la derecha y la izquierda,demostrada dicha diferencia, en el Parlamento francés, reflejado en la prensa periódica y, por ende, en el debate social, en la sociedad civil.

Desde luego, el debate quedó abierto. Zola, defensor a ultranza de Dreyfus, fue condenado a un año de cárcel y al pago de 7.000 francos.

Se exilió a Londres, aunque regresó a París. Fue un 29 de septiembre de 1902 cuando muriera asfixiado por el humo de una estufa, aunque nunca se descartó que aquello no fuera un accidente, sino que hubiera sido asesinado.

Émile Zola

La historia de Dreyfus concluye cuando, años después de su condena, por fin se revisa el caso para ser absuelto en 1899. La absolución vendría, paradójicamente, con “circunstancias atenuantes”.

La rehabilitación “total” llegaría siete años más tarde.

El atentado contra Dreyfus

El Tribunal de Casación le declaró inocente y se le concedió la Legión de Honor. Sin embargo, la historia no termina aquí, pues tras la muerte de Zola, se abrió un agrio debate político sobre si sus restos debían reposar en el Panteón de Hombres Ilustres parisino.

Izquierda y derecha debatían sobre este extremo, toda vez que Zola había fallecido dos años antes y, sus restos, ya descansaban en el cementerio de Montmartre. El espíritu de Zola y su encendido apoyo a Dreyfus volvían a la escena pública.

Finalmente, un 4 de junio de 1908, los restos mortales del escritor eran trasladados al Panteón, se organizó una comitiva que ofrecería su homenaje a Zola.

Comitiva entre la que se encontraba Alfred Dreyfus, queriendo demostrar su apoyo a quién tanto le ayudó en los peores momentos. Y fue allí, donde un nacionalista llamado Louis Grégori, alzó su pistola contra Dreyfus y disparó.

Por suerte para aquél, la bala se alojó en su brazo y solo quedó herido. En el juicio por el intento de asesinato, Grégori esgrimió una curiosa defensa: “Yo no disparé contra Dreyfus, lo hice contra el Dreyfusismo“. Fue absuelto. No cabe duda que el Caso Dreyfus seguía abierto.


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