Quiénes eran los Castrati? Podían tener relaciones? Cómo se les castraba
Contenidos
- 1 Ópera: La voz de los castrati. De cómo se los castraba de niños y su faceta como amantes
- 2 Castrati pelicula: Escena del castrati Farinelli
- 3 Castrato: los amantes más buscados
- 4 El brutal procedimiento por el cual se castraba a un niño
- 5 A pesar de ser castrados, tenían una vida sexual normal
- 6 Los Castrati, Grandes Amantes
- 7 Giusto Tenducci, otro castrati conquistador
Ópera: La voz de los castrati. De cómo se los castraba de niños y su faceta como amantes
Durante la edad Moderna, la realeza y la aristocracia del continente europeo se vieron seducidas por la voz de unos hombres muy especiales: los castrati.
La portentosa y prácticamente única voz que desarrollaban estos hombres, como consecuencia del procedimiento quirúrgico traumático al que se les sometía cuando aún eran niños, hacía que algunos de estos castrati alcanzaran una gran riqueza, fama e influencia.
Castrati pelicula: Escena del castrati Farinelli
Castrato: los amantes más buscados
En una época en la que la música era una de las artes más cultivadas y refinadas en prácticamente todas las cortes de Europa, los distintos reyes y nobles llegaban a librar auténticas batallas por atraer a su lado a los mejores castrati del momento y muchos de ellos llegaban a disfrutar, como lo hizo el famoso Farinelli, de un gran poder gracias a la protección que les otorgaban sus protectores.
El brutal procedimiento por el cual se castraba a un niño era una operación a la que muchos no sobrevivían.
Pero existe un aspecto de la vida de los castrati que les hizo inmensamente populares entre el público femenino que no tiene nada que ver con la música: su faceta como amantes.
Algunas personas, al hablar de los castrati, piensan que el procedimiento al que se les sometía les dejaba sin la capacidad para tener sexo, pero eso no ocurría siempre así.
El brutal procedimiento por el cual se castraba a un niño
El brutal procedimiento por el cual se castraba a un niño (una operación a la que muchos no sobrevivían), según aparece en el tratado de Charles d’Ancillion de 1707, consistía en cortar los conductos espermáticos de los testículos, que en los procedimientos estándares ni se extirpaban ni se mutilaban, aunque su crecimiento quedaba atrofiado como consecuencia del procedimiento.
Para aliviar el dolor que provocaba esta operación, se solía introducir al niño en un gran barreño lleno de agua o leche muy caliente y drogado con opio.
Las consecuencias que tenía esta operación para la vida sexual del niño dependían de muchos aspectos pero, generalmente, si eran operados antes de llegar a cumplir los diez años, solían presentar unas características bastante femeninas, su pene no crecía más y su descompensación hormonal solía provocar que no experimentaran ningún tipo de deseo sexual.
Sin embargo, los niños que eran castrados con posterioridad, cuando su pubertad ya había comenzado, experimentaban un desarrollo más normalizado, su pene continuaba creciendo y eran capaces tanto de tener erecciones como de alcanzar la satisfacción sexual.
A pesar de ser castrados, tenían una vida sexual normal
Se sabe que muchos de los castrati más famosos de su tiempo tuvieron una vida sexual bastante normal, casándose varios de ellos (con dispensa papal) y siendo otros, como el famoso Consolino, unos verdaderos mujeriegos. Y, por supuesto, aquellos que alcanzaron una gran fama como amantes pertenecían a esta última categoría.
En una sociedad donde las mujeres que se arriesgaban a tener aventuras amorosas se arriesgaban a caer en el oprobio y el deshonor que podía llegar a acabar con su exclusión social y con la vergüenza de toda su familia, los castrati presentaban muchas ventajas.
No solo eran personajes muchas veces populares, refinados y cultos, sino que eran incapaces de dejarlas embarazadas, algo que, en un momento donde los métodos anticonceptivos que podían existir distaban de ser siempre efectivos, era algo muy importante.
Además, dada la condición de estos músicos, no se condenaba socialmente que las mujeres se quedaran solas con ellos ni buscaran su compañía, lo que les hacía doblemente convenientes para cualquier encuentro amoroso ilícito que se deseara entablar.
Los Castrati, Grandes Amantes
Sin embargo, eso no era todo. A principios del siglo XVIII, cuando los castrati se encontraban en la cima de su popularidad y las costumbres del siglo de las luces comenzaban a hacerse ligeramente más liberales que en las centurias anteriores, empezaron a surgir una enorme cantidad de rumores en las cortes europeas que alababan la maestría como amantes que presentaban estos hombres.
Muchos panfletos, por ejemplo, defendían que los castrati podían dar un mayor placer a una mujer porque el procedimiento había hecho que su pene fuera menos sensible de lo normal, por lo que sus erecciones duraban mucho más y el acto sexual con ellos se podía prolongar durante más tiempo.
Dichos panfletos también indicaban que los castrati eran amantes muy considerados y que solían centrarse únicamente en dar placer a su compañera de aventuras por todos los medios posibles, mientras los hombres “normales” solo se ocupaban de sus propias necesidades.
Las erecciones de los castrati duraban mucho más y el acto sexual con ellos se podía prolongar durante más tiempo
Esta fama se extendió como la espuma y, sin duda, muchos castrati alimentaron aún más esta leyenda con sus aventuras, que llegaron a ser la comidilla de media Europa. El anteriormente nombrado Consolino, por ejemplo, era un consumado donjuán y utilizaba su fama para seducir a mujeres de muy alta cuna.
Se dice que aprovechaba su físico andrógino para disfrazarse de mujer e introducirse en los grupos de mujeres, acostándose con la dama de su elección a veces cuando el marido de la susodicha estaba apenas a unos metros de la pareja, pensando que su esposa estaba acompañada de otra mujer.
Giusto Tenducci, otro castrati conquistador
En 1766, otro castrato, Giusto Tenducci, se fugó con una heredera irlandesa llamada Dorothy Maunsell, lo que provocó que el padre de ella, Thomas Maunsell, saliera en su persecución y le mandara encerrar en la cárcel por seducir a su hija cuando les atrapó, poco tiempo después de su intento de escape.
Las cartas que supuestamente escribió la joven Dorothy contando su historia, que se publicaron y extendieron por toda Europa, hicieron célebre como amante a este castrato y cimentaron la popularidad de estos hombres como amantes tan experimentados que podían hacer perder la cabeza a cualquier dama.
Tenducci se convirtió en un personaje muy popular por su enorme cantidad de conquistas femeninas y su fama llegó a ser tan grande que se consideraba que era el sueño de cualquier mujer, ya que les permitía disfrutar del sexo sin ninguna consecuencia, en un momento en el que los matrimonios y las relaciones “lícitas” se realizaban por razones en las que el amor o la preferencia personal no entraban en la ecuación, como otros de sus compañeros más conocidos.
En este sentido, algunos castrati se convirtieron en “mitos”, verdaderas fantasías lícitas que, en muchas ocasiones, llegaron a hacerse realidad detrás de las bambalinas y a resguardo de la moralidad pública de la sociedad europea de la edad Moderna.
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