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La HISTORIA Oculta de los KAMIKAZES


¿Quiénes fueron los Kamikazes?

Tiempo atrás, otras naciones ya hicieron uso de ese “arma” como recurso en la guerra. Y la práctica totalidad de las naciones en conflicto así lo hicieron durante la Segunda Guerra Mundial. Eso sí, los japoneses perfeccionaron, como no podía ser de otra forma, el método.

A día de hoy, a muchos terroristas se les denomina kamikazes, nada más lejos de la realidad, puesto que los kamikazes luchaban en la guerra, en más o menos igualdad de condiciones. Y luchar contra ellos era luchar contra el peor enemigo, el que es capaz de dar su propia vida en un loco suicidio.


También lo contamos en la radio para nuestra Web hermana nosolohistoria. En el Canal Autonómico de Extremadura, en el programa La Sábana –> Escucha el Podcast (aunque el locutor me llama Juan Carlos :P)   

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Los Rusos, los primeros kamikazes 

Y tampoco fueron los japoneses los primeros que se emplearon como misiones suicidas en forma de Kamikaze contra el objetivo enemigo. Es decir, estrellando literalmente su aeronave contra el adversario en la contienda.

ataque kamikaze

Fueron los rusos, bajo el mandato de Stalin, quienes tienen el dudoso honor de ser los primeros en realizar ataques de ese estilo: kamikazes.


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Se dieron órdenes concretas de que aviones de pequeñas dimensiones se estrellaran contra los bombarderos de Hitler que atacaban los centros neurálgicos de Moscú.

Sucedió un 22 de junio de 1941, a unos trescientos kilómetros de la frontera rusa, un avión pilotado por Leonid Butelin, embiste a un bombardero alemán Junkers-88, a las 17:15 horas, cortándole la cola con la hélice.

Los nazis también se anticiparon a los japoneses. 

En 1945 la Luftwaffe buscaba voluntarios para “Comandos Especiales” (SonderKommandos). El objeto de sus misiones era suicida. Llegaron a albergar a más de trescientos “voluntarios”.

Fue en este caso una mujer, Hanna Reitsch quien le sugirió a Hitler, quien mostró su oposición “por cuestiones de humanidad” a tal idea. Sin embargo, Reitsch consiguió llevar adelante su plan.

En el diario personal de Goebbles hay varias referencias a ataques kamikaze planeados.

Hanna Reitsch

De hecho se contabilizaron esos trescientos “voluntarios” del Tercer Reich para acometer los ataques kamikazes. Reitsch, piloto de pruebas. Ferviente patriota y considerada lo más parecido a una heroína del cielo. Quería convencer al Führer de las oportunidades de triunfo de las “bombas humanas”. Reitsch destacó en multitud de actividades aeronáuticas, fue la primera persona que atravesó los Alpes en planeador. Participó en el prototipo de “bombas voladoras” V1 y fue la primera mujer que recibió la Cruz de Hierro (de primera clase).

La Cultura de la Sumisión

La declaración de guerra firmada por el Emperador HiroHito, del 8 de diciembre de 1941, contra los Estados Unidos y el Imperio británico, tenía como objetivo detener la “ambición desmedida de dominar Oriente a través de China” por parte de las grandes potencias.

Arguía también el Emperador que esas potencias estaban “obstaculizando las relaciones económicas del Japón”. Sin posibilidad de acuerdo, HiroHito declara la guerra a quienes “demoran el acuerdo injustificadamente”, además de “no mostrar espíritu de conciliación”.

Los japoneses, muy probablemente, sabían desde el principio que su posición era netamente inferior.

El recurso a los kamikazes fue solo posible ante la inferioridad numérica y de fuerzas, a la vez que un sentimiento patriótico propio, y casi único, de su carácter.

Era muy difícil para las tropas aéreas japonesas infligir daños al enemigo y regresar sin haber caído.

Desde un punto de vista práctico, se iban a perder hombres que quizá no llegaran a cumplir su misión. ¿No era más productivo colisionar, acertar, con el enemigo, intentando hundir un portaaviones? Miles de soldados enemigos muertos solo por un Kamikaze. Una muerte “práctica”. Sin embargo, se percibe cierto tono de sumisión en las opiniones que han llegado hasta nosotros por parte de estas bombas humanas.

Un tono de sumisión al no encontrar alternativa, era imposible que se negaran a una demanda de su patria.

El honor estaba en juego. Cuando un soldado se veía en la texitura de dar un paso al frente y mostrarse voluntario para esa última misión: una obligación moral le arrastraba. Por último, el nombre de Dios se nombraba usualmente, situándolo en el centro de la acción, en forma pasiva, guiando el camino de los soldados.

kamikazes

Un Dios equiparado al Emperador. El uso del lenguaje religioso alcanza al propio nombre de Kamikaze: “Viento Divino“.

El primer ataque kamikaze “no oficial” del ejército japonés, se produjo de forma un tanto casual. Sucedió el 7 de diciembre de 1941. El teniente Fusata Lida, al mando del grupo de cazas Zero en Pearl Harbour, dijo en aquella ocasión en el Pacífico que si su avión no podía volver, se lanzaría contra un “objetivo importante”.

Así sucedió. En la base naval de Kanoe hay una placa conmemorativa. El primer ataque definido estratégicamente, llegó un 25 de octubre de 1944, de manos de un joven piloto de 23 años llamado Yukio Seki. También se conserva una placa conmemorativa en la base desde la que partió su avión. Al parecer él no quería participar de esa locura que, casi sin duda, acabaría con su vida. 

El modo en que estos hombres enfrentaban este hecho difiere de unos a otros. Sus testimonios, en forma de carta a sus familiares normalmente, y como ahora veremos, nos da una idea de sus sentimientos, opiniones y filosofía de ser una bomba humana que se sacrifica en nombre de su nación.


Kamikaze: Retrato psicológico 

El ejército japonés enseguida se percató de que un ataque kamikaze aislado, o varios, no tenían objeto. No serían rentables desde el punto de vista práctico.Tampoco contrubuía a que se pudiera establecer de forma rentable si se llevaba a cabo de forma esporádica. Y desde un punto de vista absolutamente práctico, las autoridades militares japonesas eran conscientes de la inferioridad numérica y profesional de ambos ejércitos. Era muy complicado regresar de una misión aérea. Las fuerzas navales y aéreas norteamericanas eran muy superiores técnicamente.

La resolución estribaba en seguir perdiendo los aviones, y sus pilotos, en enfretamientos directos, así las cosas, era preferible estrellar los aviones contra el objetivo enemigo y hacer de esa manera el máximo daño posible. En algunos casos, tan sacrificados y poéticos como el reflejado en una carta antes de partir a una misión de un soldado, cuyo nombre es olvidado en el recuerdo anónimo:

Queridos padres: Felicitadme. Me han ofrecido una espléndida oportunidad para morir. El destino de nuestra madre patria depende de la decisiva batalla en los mares del Sur, donde caeré como lo hacen las flores de los cerezos lozanos”.

O el reflejado en este: “Gracias padres, por los 23 años en que me habéis cuidado. Espero que esta acción pagará de alguna manera lo que habéis hecho por mi“.
Anteponían a la nación, su vida, dejando atrás familia, hijos… “Motoko, llevo en mi avión la muñeca que tanto te gustaba cuando eras un bebé. De este modo estarás conmigo hasta el último momento. Solo quería que lo supieras. Papá“.

La cinta “Hachimaki”

La cinta “Hachimaki” formaba parte del ritual del kamikaze. El primer ataque acabó con la vida de 9 soldados norteamericanos del portaaviones “Intrepid” El barco no sufrió grandes daños, sin embargo, los norteamericanos no tardaron en darse cuenta de la peligrosa “arma” a la que se enfrentaban.

El Manual del Buen Kamikaze 

Fue la Unidad Aérea Shimoshizu quien a comienzos de 1945 ideó un manual de 88 páginas en el que se establecían instrucciones detalladas para actuar frente a las aeronavaes enemigas e infligirlas el mayor daño posible.

En el texto se mezclaban todo tipo de órdenes y consejos que tenían como prioridad: enseñar las técnicas para que el piloto completara su misión. Eso incluía el aspecto del pilotaje del avión y el aspecto espiritual, ambos de vital importancia para completar la misión. Ochenta años después de finalizada la Guerra Mundial occidente comienza a conocer ese tramo de la Historia que apenas se conoce.

Ese manual que fue ampliamente utilizado, utiliza en ocasiones consejos propios de lo que se podría denominar secta, en tanto enfocan al individuo a creer a pies juntillas y al dictado: “Si eliminas todo pensamiento sobre la vida y la muerte, serás capaz de sentir total indiferencia por la vida terrenal”, se podía leer en su primeras páginas. Intentan hacer importante la misión: “Hunde al enemigo y de esta forma prepararás el terreno para la victoria de nuestro pueblo”.

El manual intenta incentivar al piloto: “Un avión preparado para el ataque que tanto deseas“. Un curioso consejo antes de llevar a cabo la misión: “Respira tres veces profundamente. Di mentalmente “Yah” (campo), kyu (bola) y Joh (de acuerdo). Es de suponer que no era tanto el significado de las palabras como la forma en que, al pronunciar estas tres palabras, obligan a respirar.

Los mandos japoneses determinaron también darle importancia al cuidado del cuerpo. “Mantente en las mejores condiciones posibles” “Sé alegre y puro de corazón“.

Se contemplaba también el hecho de que el piloto no pudiera completar la misión, para ello utilizaba un lenguaje comprensivo. “No te desanimes” “No malgastes tu vida en vano”.

Los consejos son determinantes: “No te choques contra la torre del puente, haz blanco entra la torre del puente y la chimenea. Quizá la parte más curiosa llega en los consejos sobre el momento final: “Sentirás que la velocidadha aumentado de manera repentina y brusca.

Sientes que la velocidad ha aumentado miles de veces. Es como si una larga secuencia de una película se convirtiera de improviso en un primer plano y se expandiera en tu cara”.

Sitúan el plano de una forma escolofriantemente descriptiva: “Estás a dos o tre metros del objetivo. Puedes ver con claridad las bocas de las ametralladoras enemigas. Sientes que de repente estás flotando en el aire. 

En ese momento ves la cara de tu madre. No sonríe ni llora. Es su rostro habitual.

Lo emotivo va en aumento: “No puedes verte la cara en este momento, pero, por la sucesión de recuerdos placenteros que cruzan tu mente, te parece que en el último momento estabas sonriendo. Puede que entonces asientas o te preguntes qué ha pasado. Puede que incluso oigas un último sonido, como el de un cristal roto. 

Después ya no estás“.

Las lanchas Rápidas Shin´yo

No solo fueron utilizados los aviones en misiones suicidas por parte de los japoneses. También hicieron uso de unas lanchas rápidas creadas con el objetivo de transformarse en armas contra los norteamericanos.

Alcanzaban velocidades de 50 kilómetros por hora y era tripulados por un solo hombre. En realidad, el objetivo no era colisionar, sino lanzar las cargas explosivas que portaban, bien de profundidad, bien en el casco, y virar la embarcación en el último momento para que el soldado japonés salvara la vida, algo por otro lado bastante improbable.

Se llegaron a fabricar más de seiscientas unidades durante la Segunda Guerra Mundial y entre sus “logros” destaca el hundimiento de un caza submarinos, vehículos de desembarco e, incluso, daños a algún que otro destructor.

De Balance: La Bomba Atómica

El balance de las operaciones del ejército nipón se resume con el hundimiento de 34 barcos hundidos y 368 tocados. En total, más de 1200 pilotos suicidas kamikaze murieron en acto de servicio. Hunideron 2 portaaviones, 3 destructores, 5 buques de transporte y causaron multitud de daños a 23 portaaviones, 5 acorazados, 9 cruceros y 28 destructores. La efectividad fue muy grande, viviendo el momento más virulento entre octubre de 1944 y el 15 de enero de 1945.

Este hecho significaba una posición difícil para los norteamericanos, y los historiadores apuntan como un motivo para decidirse en julio de 1945 a hacer uso de sus armas atómicas, claramente una medida que superaba con mucho la desproporción.

Unido a la enorme industria de aviación japonesa, y ver que el conflicto se podría prolongar demasiado en el tiempo.


Para saber más:
La Segunda Guerra Mundial ABC
Kamikazes. Albert Axell/Hideaki Kase. La Esfera de los Libros


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