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¿Juan Sebastián Bach murió creyendo que sería olvidado?

¿Juan Sebastián Bach murió creyendo que sería olvidado?

¿Juan Sebastián Bach murió creyendo que sería olvidado?


Siempre me ha quedado la duda de si Juan Sebastián Bach se habría muerto pensando que él y su música serían poco recordados.

Esta pregunta no es un capricho de mi naturaleza inquieta sino que se apoya en algunas lecturas acerca de los inconvenientes de todo tipo que tuvo el músico al final de sus días.

Este alemán que nació en marzo de 1685 y murió en julio de 1750, siempre fue prolífico, tanto en el aspecto familiar (tuvo veinte hijos), como musical (se conocen más de mil doscientas obras de su autoría).

Esta producción desmedida tanto en uno como en otro aspecto, ha hecho decir a algunos ocurrentes que cuando Bach no estaba creando un minueto, un coral o alguna sonata, seguramente estaba con su esposa creando un hijo.

Otro ocurrente diría que por algo su género preferido era la fuga, ya que con tantos hijos era natural que quisiera evadirse un poco.

¡Juan Sebastián Bach el músico del momento!

Durante muchos años y desde joven, Bach fue el músico de moda. Lo que se escuchaba en ese momento era la música barroca. Una música que abusaba de los adornos, las escalas que volvían a empezar como en el mito del eterno retorno y una sonoridad expresiva que llenaba los silencios sin piedad.

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No es que estuviese de moda como puede estarlo un músico en la actualidad: Se escuchaban sobre todo melodías sacras corales o ejecutadas en órgano, tanto en las cortes como en las iglesias, en una nación que era luterana, no dada a las fiestas ni a los excesos.

 

¿Juan Sebastián Bach murió creyendo que sería olvidado?

Fue así que, a diferencia de otros grandes músicos, la vida profesional de Bach fue muy estable. En un momento en que la aristocracia y la iglesia estaban muy emparentadas, él era empleado tanto en uno como en otro ámbito.

Desde joven su fama corrió igual que las notas de sus conciertos brandeburgueses: rápido y hacia arriba. Si su familia ya era conocida por ser una familia de músicos, a él se lo consideraba el máximo exponente. Y aunque se lo tenía por un poco extravagante y con aires de grandeza (¡ni que fuera Bach!), se lo consultaba cada vez que se compraba un órgano nuevo en una iglesia para que verificase su correcta hechura, se lo convocaba a los puestos más prestigiosos y se hablaba bien de él en las cortes y en los entornos más eruditos.


No es galante olvidar a Bach 

Quizá su hijo Carl Philipp, quien también fue músico, tenga algo de culpa. Se sabe cómo son los hijos: si tienen un padre que es barroco seguro que quieren diferenciarse haciendo algo mucho más elegante, más serio, menos retorcido y chisporroteante.

Eso fue lo que intentó el Estilo Galante del cual el hijo de Juan Sebastián fue uno de lo mejores exponentes. Un estilo que tuvo buenas consecuencias para la historia de la música (fue el preanuncio de una forma diferente de componer y estructurar una obra que trajo de la mano al gran Beethoven y al gran Mozart), pero muy malas para nuestro músico barroco.

El Estilo Galante venía a imponer una forma musical que debía respetar las reglas de la armonía evitando los contrastes sin irse en preámbulos ni en disquisiciones estilísticas, evitando el bajo continuo (técnica propia del Barroco) y la improvisación.

El Galante, que fue un puente hacia el periodo denominado clásico, quería aportar recato y seriedad.

Así fue como al final de su vida el gran Juan Sebastián Bach comenzó a verse rechazado, sus obras tocadas fundamentalmente en las iglesias ya no despertaban tanto interés. Su forma de componer ya no era considerada buena y se lo acusaba de ser demasiado rebuscado. Sus fugas melódicas, su estilo ornamental y recargado pasó de ser objeto de admiración a ser tenido como pasado de moda.

No fue mucho el tiempo que le quedaba de vida pero seguramente pasó los últimos años tratando de entender por qué le había sucedido esto. Su música iba a caer en el olvido durante setenta años hasta que Felix Mendelssohn estrenara la “Pasión según san Mateo” y le diera un nuevo impulso.

¿Habrá visto el bueno de Juan que iba a ser uno de los músicos más influyentes de todas las épocas? ¿Habrá visto su futuro promisorio, o se habrá quedado quieto, mirando cómo la lámpara de su vida se apagaba, creyendo que había compuesto, investigado y creado para que unos rabiosos “galantes” lo rechazaran?

¿Habrá creído que él y su música serían olvidados? Si hubiera sido así, me lo imagino haciendo lo único que sabía hacer bien además de tener hijos y crear las obras musicales más hermosas de la Tierra. Me lo imagino elevando una plegaria a su Dios, al Dios que tanto amaba, pidiéndole no tanto por él, sino por su música.

Dios lo escuchó porque lo venía escuchando cada vez que Juan Sebastián Bach se sentaba al órgano o al clavicordio. Lo escuchó y obró en consecuencia a lo que debía ser.


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