La historia de los restos de Juana de Arco

En el año 2007, Juana de Arco saltaba a la primera plana de los periódicos mundiales con el último episodio de una historia de misterio, aventuras y engaños que ya dura seis centurias.

El año anterior, un equipo de científicos franceses habían obtenido los permisos necesarios para realizar un análisis de las reliquias que se conservaban de la doncella de Orleans y los resultados habían determinado no solo que era imposible que dichos restos hubieran pertenecido a la doncella de Orleáns, sino que se vinculaban a una persona que había vivido muchos siglos antes que ella.

En concreto, los restos que se veneraban como los de Santa Juana de Arco pertenecían a una momia egipcia datada entre los siglos IV y III antes de Cristo.

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¿Cómo acabaron los restos de una momia identificados como los de una de las heroínas más famosas de la historia de Francia?

La historia comienza cuando una jovencita de diecinueve años fue quemada en la hoguera el 30 de mayo de 1431 acusada de hereje. Dos años antes, una doncella había llegado a la corte del rey Carlos VII de Francia en plena guerra de los Cien Años.

Decía que Dios, a través del arcángel San Miguel, santa Margarita y Santa Catalina la habían ordenado que fuera a verle para ayudarle a liberar Francia de la dominación inglesa.


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Aunque en un principio tanto el todavía no coronado monarca como sus consejeros se mostraron reacios a creer en el testimonio de una campesina desconocida, tras someterla a distintas pruebas, decidieron mandarla a Orleans con las tropas de alivio que iban a ayudar a la ciudad, que permanecía asediada por los ingleses.

Su fama empezó a crecer cuando el horrible asedio fue levantado tan solo nueve días después de su llegada y, tras liderar al ejército francés en otras victorias de menos importancia, la facción francesa empezó a ganar impulso tras años de pérdidas frente a sus enemigos ingleses.

Sin embargo, su liderazgo de los ejércitos franceses duró poco. El 23 de mayo de 1430  cayó prisionera de las tropas anglo-borgoñonas durante una escaramuza en Compiègne. Acabó bajo la custodia de los ingleses, que no iban a dejar escapar la oportunidad de acabar con tan destacada enemiga que tanto les había perjudicado.

Fue juzgada por una variedad de delitos, entre los que se encontraba el de herejía, pese a que todos, tanto en el bando inglés como en el francés sabían que su destino no podía ser otro que la muerte.

Después de ser declarada culpable, Juana de Arco fue quemada en la hoguera en la plaza pública de Ruan el 30 de mayo de 1431. El contingente de compañeros que se habían unido para intentar rescatarla, comandado por un compañero de armas de Juana llamado Gilles de Rais, llegó demasiado tarde y solo tuvieron tiempo de contemplar sus restos.

 

Juana de Arco

Juana de Arco

 

Veinticinco años después de su muerte, una vez acabada la guerra de los Cien Años, el mito de la doncella de Orleans seguía vivo.


El juicio póstumo de Juana de Arco

Tras el fin del conflicto con victoria francesa, el papa Calixto III autorizó el comienzo de un juicio póstumo que deseaba aclarar si Juana había sido realmente una hereje o si su juicio no se había realizado de acuerdo a las leyes canónicas y había estado influenciado por condicionamientos de tipo político.

Este procedimiento fue requerido por el inquisidor general Jean Bréhal y la propia madre de Juana, Isabelle Romée y el tribunal acabó declarando nulo el anterior juicio, indicando que Juana había muerto siendo inocente el 7 de julio de 1456.

Juana de Arco fue declarada mártir y se convirtió en una figura semi-legendaria y fue venerada por los franceses durante centurias.

Fue beatificada en el año 1909 y canonizada en 1920, después de que se produjera una revitalización de su figura en la cultura y el imaginario popular durante la segunda mitad del siglo XIX, siendo considerada como una de los nueve patrones secundarios de la nación francesa.

Pero, ¿cómo acabaron los restos de la santa francesa confundidos con los de una momia? Tras ser quemada en la hoguera, muy pocos restos pudieron quedar de Juana de Arco con los que crear reliquias. Una de las leyendas que rodeaba a  la santa francesa decía que sus restos habían sido arrojados por los ingleses al río Sena, pero que habían quedado algunos restos de la doncella entre los leños de la hoguera que habían sido recogidos por algunos testigos.

Reliquias encontradas en la hoguera de Juana de Arco, doncella de Orleans

Sin embargo, no se supo nada de estos restos hasta que, en el año 1867, en pleno “revival” de la historia de Juana de Arco, apareció en una farmacia de París una jarra donde aparecía la siguiente inscripción: “Reliquias encontradas en la hoguera de Juana de Arco, doncella de Orleans”.

La Iglesia se hizo con la jarra de estas supuestas reliquias, donde se conservaban los restos de una costilla, madera quemada, trozos de lino y lo que se ha identificado como el fémur de un gato, lo que se había  vinculado en principio con la práctica medieval por la cual en ocasiones se lanzaban gatos negros a las hogueras donde se quemaban a personas acusadas de brujería, pero que databa de la misma época que el hueso de la momia.

A estos curiosos resultados se han dado la explicación de que los restos de las momias se consideraron como un lujoso remedio medicinal durante siglos y, ante la escasez de datos fiables sobre Juana de Arco, fueron presentados como restos reales durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando, como hemos mencionado anteriormente, se experimentó un gran resurgimiento del mito de Juana de Arco.

Es probable que un farmacéutico estuviera detrás de esta histórica falsificación, pero se desconoce el motivo de la misma, aunque se sospecha que fue para aumentar la importancia y la fama de Juana de Arco en un momento en el que se estaba presionando para comenzar su proceso de beatificación.

Tras el descubrimiento, la diócesis de Tours, cuyo arzobispado era el propietario de las reliquias, declaró públicamente que la iglesia Católica jamás consideró como reliquias oficiales las contenidas en esta jarra, dado que los datos que tenía sobre ella eran insuficientes y que las circunstancias de su hallazgo les habían hecho sospechar que podían ser falsos, como así se ha demostrado científicamente.

Este caso reabrió el debate de las reliquias y los científicos pidieron de forma creciente a la Iglesia permiso para analizar reliquias, aunque solo tuvieron éxito en casos muy contados, como el de la Sábana Santa de Turín,  cuyos resultados no fueron demasiado positivos.

En cuanto a los restos falsos de Juana de Arco, reposan hoy en el Museo de Arte e Historia de Chinon, en Francia, donde siguen siendo objeto de estudio para desentrañar los misterios que llevaron a una momia con milenios de antigüedad a ser considerada como el último resto conservado de la famosa doncella de Orleans.

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Rocio Martinez
Madrid, 1988. Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid y graduada en el máster de estudios avanzandos de Historia Moderna "Monarquia de España Siglos XVI-XVIII, de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha trabajado como asesora de cine y autora de diversos estudios sobre la historia de los siglos XVI y XVII.

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